El Rosario de Galtieri y Feced
por Carlos del Frade
Capítulo 9
Los chicos desaparecidos
La deuda más grande de la justicia rosarina
"Dieciocho “menores derivados de
procedimientos antisubversivos” figuran entre los 98 expedientes caratulados “NN
ingresados en la secretaría civil del juzgado de menores de la segunda
nominación (de los tribunales provinciales) durante el período 1976 - 1983”,
entre los folios 4226 y 4236 de la Causa Feced.
Son los nombres de chicos que fueron entregados a familiares, como ocurrió con
Bárbara Tosi, pero hay otros, como el de Ximena Vicario o Josefina Aguirre que
no son mencionados como procedentes de las operaciones de las fuerzas conjuntas
y del secuestro de sus padres.
De tal forma hay otros 16 expedientes, la mayoría caratulados NN, que refieren a
chicos nacidos entre 1974 y 1977 y que fueron entregados a familias
desconocidas.
Estos documentos que por primera vez se revelan en forma pública, confirman la
necesidad de investigar quiénes eran esos bebés, qué información tienen los
juzgados de menores de la provincia en Rosario además de la que aparece en la
Causa Feced y qué responsabilidad les cabe todavía los dos primeros comandantes
del II Cuerpo de Ejército por la apropiación de niños, Ramón Genaro Días Bessone
y Leopoldo Fortunato Galtieri.
Para la entonces encargada de la Policía de Menores y hoy Directora de Asuntos
Internos, doctora Leyla Perazzo, “en aquella época había sesenta chicos” que
procedían de los grupos de tareas. ¿Quiénes eran? ¿Dónde están?
La lista de “menores derivados de procedimientos”
El 30 de diciembre de 1985 el juzgado de menores de la segunda nominación, a
cargo de la doctora Clotilde Cariello, remitió un “detalle de expedientes
caratulados NN” durante el período 1976 - 1983.
Son 98 casos en total, se destacan los diez expedientes marcados por un signo
más entre paréntesis (+) porque ellos son mencionados como “menores derivados de
procedimientos antisubversivos”. Dieciocho en total.
En el año 1976 surge el caso de María Lucía y Jorge Francisco, “menores
abandonados en la parroquia Cristo Rey. Hijos de Carlos Benjamín Santillán y de
María Cristina Lanzillotto. Entregado a su abuelo Benjamín Santillán (La Banda,
Santiago del Estero)”.
Durante 1977, “Arnold, Carina Eva y Juan Pablo”, hijos de Daniel Adolfo Tripodi
y de Myriam Nencioni, “entregados a abuelo paterno Hipólito Angel Tripodi”.
En el mismo año, “Catena, Naría Paulo y Pablo Luis”, hijos de Mario Luis Catena
y Stella Maris Baez. “Actualmente conviven con su progenitor en la ciudad de
Corrientes”.
También durante el ’77, “Bettanin, Mariana Carolina; Luchetti, Cristina Inés”,
hijos de María Inés Luchetti y de Leonardo Bettanin, “actualmente viven con sus
progenitores en Capital Federal”.
Paula Maggio, hija de Roque Ramón Maggio y de María Adriana Es, “entregada a su
abuelo paterno Roque Ramón Maggio”.
Bárbara Tossi, hija de Clotilde Rosa Tossi, “entregada a su tía Noemí Tossi y
adoptada por ésta”.
El expediente número 12, también marcado con un (+)en 1977, corresponde a un NN,
pero identificado como hijo de María Inés Ferreyra y de Fernando. No aparece el
apellido del padre. Se señalaba que fueron “entregadas (sic) a su tía Susana
María Ferreyra”, residente en Villaguay, Entre Ríos.
Luego aparecen Vanesa y Fernando Jauregui, hijos de Jaime Dri -el protagonista
de “Recuerdo de la Muerte”, de Miguel Bonasso – y de Olimpia Díaz Rodríguez,
entregados su tía Virginia Elizabeth Díaz de López, “trasladados por ésta a
Panamá”.
Se agregan los hermanos María Teresa, Claudia Inés, Ana María y Fernando Manuel
Tapia, hijos de Roberto Manuel Tapia y María de la Encarnación García del Villar
de Tapia. Fueron entregados a su abuela Elsa Nelly Tapia de Bigues, en la ciudad
de Resistencia, Chaco.
Y por último, Felipe Manuel Campero, hijo de Mario Oreste Galuppo y de María
Graciela. Estaba, en aquel momento, diciembre de 1985, en el domicilio de su
abuelo materno en la ciudad de Córdoba.
Los otros casos que no figuran como secuestrados
Hay varios chicos que aunque aparecen en los expedientes y no estar señalados
por el (+), fueron niños que también sufrieron el secuestro de sus padres.
En 1976 se destaca el caso de Federico Irurzún Bolatti, hijo de Hugo Alfredo
Irurzún y de María Cristina Bolatti y que fue entregado a su abuela Ada
Margarita Corghi de Irurzún, en La Banda, Santiago del Estero.
Otro de los hechos es el expediente que refiere el problema de la tenencia de
Alejandro Mariano Paulón, hijo del conocido dirigente sindical Victorio Paulón
que fuera secuestrado en marzo de 1975 y de Mabel Gabarra. El documento judicial
sostiene que fue “entregado en tenencia a su abuela materna y autorizados a
viajar en su compañía a Francia”.
También figuran Josefina y Catalina Aguirre, “hoy González, Mariana y Josefina
Victoria”, apunta el expediente. Hijas de Ruth González Brunnet y de Pedro
Lorenzo Damaso Jesús de la Santísima Trinidad González Salmerón. Fueron
“entregadas en guarda a su tía abuela Judith Brunnet de Roldán”.
Durante 1977, el expediente 271, hace referencia de Ximena Vicario, “hija de
Stella Maris Gallichio y de Juan Carlos Vicario” y se menciona que existe una
“denuncia de sus abuelos maternos, quienes actualmente iniciaron trámites ante
los tribunales federales de Capital Federal”. Aquella lucha de Darwinia
Gallichio -que soportó todo tipo de amenazas y dilaciones- fue uno de los
triunfos más importantes del movimiento de organismos de derechos humanos, no
solamente rosarino, si no también nacional.
Otro de los casos que no figuran como consecuencia de los operativos de las
fuerzas de tareas rosarinas es el de NN María Laura, en 1977. Se la mencionaba
como hija de Adriana Elsa Tasada y Hugo Megna, ambos desaparecidos. Fue
entregada a su abuela materna Laura Elsa Fernández de Tasada.
Los casos NN que deberían investigarse
Pero así como los casos de las hermanas Aguirre o el de Ximena no aparecen como
“derivados de procedimientos antisubversivos”, existen otros expedientes que
remiten a criaturas nacidas entre 1974 y 1977 que fueron misteriosamente
"abandonadas” y luego dadas en adopción.
“NN Fabiana”, menor “abandonada en el domicilio de los solicitantes de guarda.
Edad probable al 8 de noviembre de 1976, de cuatro años. Entregada en tenencia”.
En 1977, “NN Jorgelina”, menor “trasladada a la ciudad de La Plata a disposición
del Tribunal de Menores de esa ciudad”.
El caso 349 de ese mismo año menciona a un menor entregado en tenencia “con el
consentimiento de su progenitor” y que continuaba en “control de guarda”.
El expediente 429 parece ser el caso Carolina Guallane o alguno similar ya que
se describe un NN, “derivada del juzgado de menores de Santa Fe. La menor que se
hallaba en la Casa Cuna de esa ciudad fue entregada por dicho tribunal en
enencia el 13 de mayo de 1977. Se mantiene situación”, decía el informe.
Resulta extraño el caso de Verónica Alejandra Campero, “menor nacida en Tucumán
el 10 de octubre de 1975, huérfana, a los meses de edad entregada en tenencia y
posteriormente entregada ante el tribunal colegiado de la tercera nominación”.
Surgen casos como el de un NN abandonado en “la vía pública” y luego “entregado
en tenencia” sin mayores precisiones, como ocurre en el expediente 519.
Otro de los registros misteriosos es el de un “bebé entregado por su progenitor
en adopción en el domicilio de los futuros adoptantes” pero se hacen reservas
del expediente (613/77) por no localizarse su paradero”.
Una niña abandonada en “el jardín de una vivienda” entregada en tenencia sin
mayores especificaciones sobre fines de 1978; y el caso de otro bebé, a
principios de 1980, “hallado en avenida Circunvalación (Theobald al 100)
remitido al Hospital de Niños y posteriormente a la Maternidad Martin” y
posteriormente, sin explicaciones, “entregado en tenencia”.
Casos que merecen ser tenidos en cuenta y cruzados con los bancos de datos de
los organismos de derechos humanos, fundamentalmente, Abuelas de Plaza de Mayo.
Parir esposada a una camilla
Setiembre de 1976
Marta Bertolino ya sabía que su compañero Oscar Mansur había muerto en la
tortura en el Servicio de Informaciones.
Ella es llevada a parir al segundo piso de la Maternidad Martin, en Moreno y
Rioja.
La esposan a la camilla y la vigilan, desde afuera, hombres armados.
“Yo estaba en una habitación de la Maternidad Martin, creo que en el segundo
piso. Esposada a una cama, el único movimiento que podía hacer era mover la
cabeza. A dos metros dormía en una cuna, arrimada contra la pared de enfrente,
una beba recién nacida, dormía agotadísima, era mi hija. Yo no podía tocarla.
Menos aún podía amamantarla. Tampoco me habían dejado darle un nombre. Recuerdo
que habían cerrado la puerta de la habitación. Estaba celosamente custodiada por
fuera por varios hombres armados. La única ventana había sido clausurada por un
candado. De repente una oblicua luminosa viene y se instala ahí. Sólida,
finita,increíble, delante de mis ojos...Recuerdo que me hizo reir la ocurrencia
del sol, su desparpajo, su modo silencioso de colarse. El gesto fulgurante de
ese instante ganado a las tinieblas. Eso es lo que retuve de esos momentos.
“Años después tematicé esto escrito con aspirinas a falta de tizas en un
calabozo de Villa Devoto, sobre una de las paredes de ese encierro.
“Poca cosa había en el cuarto, apenas una cama, vos dormida y yo mirándote en
silencio. Nadie ahí para contarle que existías y existías en un buitre
acechándote furioso, en un aletear de pájaro, en una bata. Nadie para
contárselo. De un domingo extrañamente ajeno transcurría la tarde y aquel rayo
de luz abrió un atajo por donde se coló la risa”, contó Marta, hoy psicóloga,
docente y poeta.
Su hija Alejandra estudia música, canta y sueña.
“En aquella época había sesenta chicos en la policía de
menores”
La actual Directora de Asuntos Internos de la Policía de Santa Fe, la doctora
Leyla Perazzo estuvo a cargo de la policía de menores de Rosario durante los
tiempos de Feced.
Ella conoció, entre otras celadoras que figuran como las encargadas de cuidar
algunos hijos de desaparecidos, a Norma Ramos, celadora y custodia de Josefina y
Catalina Aguirre.
Según la actual funcionaria del Ministerio de Gobierno, Ramos “mostró tener una
generosidad más allá de lo común, como por ejemplo, cuando crió a Josefina que
se estaba muriendo, porque la estuvo cuidando desde el Hospital”.
Sostuvo que nunca se va a olvidar “de la cara de Cati. Convivíamos con las
niñas. La vi sufrir por esa niña, cuidarla. El juez la autorizó a llevarla a su
casa. Si no, se hubiera muerto”, remarcó Perazzo en diálogo con este cronista.
“Es un episodio muy difícil de borrar. La he visto llorar cuando el juez le
ordenó entregar esa nenita a la familia”, agregó.
Perazzo defendió a las celadoras de la policía de menores durante la dictadura
porque “hicieron un trabajo como seres humanos más allá del oficial, asumieron
roles...”.
“Yo estuve en la peor época...dos o tres años. En general las chicas (por las
celadoras) salían a pedir ropa para los pibes. Los llevaban al médico. Hasta una
persona como Feced, en una cuestión como la de los chicos, no se metió, dejó que
los resolviera la justicia”, indicó.
La policía “recibía un chico del comando y lo anotaba. Ese era un aspecto.
Después estaban los grupos de tareas”, diferenció la abogada.
“Llegamos a tener como sesenta, me acuerdo”, confesó la funcionaria.
¿Quiénes eran esos sesenta chicos que ingresaron en la policía de menores de
Rosario durante la dictadura?
Para Abuelas de Plaza de Mayo solamente hay tres niños desaparecidos en la
ciudad.
Y de acuerdo a los documentos que constan en el cuerpo 21 de la Causa Feced,
hubo 98 menores NN entre 1976 y 1983 denunciados en el juzgado provincial
correspondiente.
Once durante 1976; 27 en 1977; 11 en el año del Mundial; 9 en 1979; 17 durante
1980; 17 más en 1982 y 6 en 1983. Muchos de ellos explicables, pero, como se
demuestra en estas líneas, hay alrededor de una veintena de expedientes que
presentan dudas muy grandes.
Si solamente se tuvieran en cuenta los casos de los “menores derivados de
procedimientos antisubversivos”, hay 18 chicos, hoy jóvenes de más de veinte
años, que bien pueden demandar a los entonces comandantes del II Cuerpo de
Ejército por responsables de sus propios secuestros. Ramón Genaro Días Bessone y
Leopoldo Fortunato Galtieri también deberán responder por estos delitos
cometidos en Rosario.
Hay algo que insiste y es muy fuerte
Bárbara Tossi y Dolores Araya se conocieron cuando tenían alrededor de veinte
años.
Ambas eran hijas de desaparecidos.
Se hicieron amigas y descubrieron que sus madres también fueron íntimas amigas y
estaban comprometidas en la militancia social y política.
Una vieja fotografía de las mamás las muestra absolutamente parecidas.
Hay una gambeta del amor.
No pudieron los proveedores de la muerte ni los profetas del odio.
“Hay algo que insiste y es muy fuerte”, dice Bárbara, hoy convertida en actriz
rosarina.
“Nos fuimos a vivir juntas. Y hace muy poquito que empiezo a sentir impotencia
en serio. Siempre me sentí que no estaba tan involucrada en esta historia que de
última no me habían hecho tanto mal. Y yo creo que no solamente a mi, si no a
toda la sociedad, a toda una generación y desde hace poquito siento que no
quiero que me hablen más de mi mamá que tengo ganas de verla y que me cuenta
ella y eso se llama impotencia y eso si que no tiene solución”, dijo Bárbara.
Pero también reivindicó aquellos valores que de a poco va conociendo de sus
padres. “En algún momento esos valores insistieron, no por una cuestión genética
de que mi mamá la quería a la mamá de ella, si no que había un montón de cosas
que se descubrieron cuando empezamos a charlar”, explicó su relación con la
amiga.
Dolores eligió contar una carta que le envió su papá, hoy desaparecido a su
abuela. “Estaba en un hospital charlando con un sacerdote cuatro horas sobre los
chicos que piden limosna por las calles, los enfermos, las villas miserias, los
que sufren, los trabajos que están mal pagados y los que están solos. El me
decía que a Cristo lo queremos porque no está entre nosotros. Porque si volviere
y se repetiría la historia, viviría en una villa miseria y cuando tuviera
treinta años y saliera a predicar su mensaje por las calles, cuando lo siguieran
las muchedumbres, lo meterían preso. Y no lo crucificarían porque hoy en la
Argentina no se crucifica, pero si lo torturarían y seguramente no habrá muchas
voces de las que llenan las iglesias pidiendo por su libertad.
Tengo 34 años y así como cargo con las culpas asumo como míos todo el amor y
toda la belleza. Estoy haciendo de mi vida una lucha en lo que creo. He ido
abandonando poco a poco la riqueza y tratamos con mi mujer de ir asumiendo cada
día más la vida de los humildes. Esa violencia callada, esa injusticia, es la
violencia del sistema de los hospitales, los mendigos, los índices de mortalidad
infantil y los bajos sueldos, es la violencia que impone el dinero como valor
supremo y subordina todo a él, el amor, la belleza, el hombre. Y a esa violencia
se opone otra, la del pueblo que dice basta, la violencia de los hombres dignos,
la de los que queremos cambiar en serio...”, terminaba el escrito que guarda con
dulzura.
“Lo que nos produjo HIJOS fue un cambio muy grande de adentro. Es como que
podíamos crecer con los valores que nos hubieran inculcado nuestros viejos”,
afirmó Dolores.
Los casos santafesinos según D’Andrea Mohr
El ex capitán del Ejército argentino, José Luis D’Andrea Mohr, autor de los
libros “El escuadrón perdido” y “Memoria debida”, sostuvo que el ex titular del
II Cuerpo de Ejército, Leopoldo Fortunato Galtieri “tiene que ser citado a
declarar por el juez Adolfo Bagnasco por la causa de apropiación de niños
nacidos en cautiverio”.
En la presentación que hizo ante el magistrado en 1998, Galtieri y Díaz Bessone
fueron los responsable de la desaparición de tres menores de edad.
La lista de menores desaparecidos incluida en el libro “Memoria Debida” fue
presentada por el D’Andrea Mohr al juez federal Adolfo Bagnasco.
Allí aparecen 195 casos de mujeres embarazadas vistas en centros clandestinos de
detención y el incierto destino de la mayoría de sus hijos.
Tres chicos están bajo la jurisdicción del II Cuerpo de Ejército, entre 1976 y
1977.
El caso número 38, se trata de Isabel Angela Carlucci, secuestrada el 10 de
agosto de 1976 en la ciudad de Santa Fe, embarazada de seis meses. Se desconoce
el destino de su criatura.
En aquel entonces el responsable del II Cuerpo de Ejército era el general de
Brigada, Ramón Genaro Díaz Bessone.
El segundo caso que aparece en el documento presentado por D’Andrea Mohr es el
número 77, en el que se señala el secuestro de la pareja integrada por Alicia
Tierra y Alberto Tion. Fueron desaparecidos el 3 de diciembre de 1976, ya bajo
la responsabilidad directa del entonces general de Brigada, Leopoldo Galtieri.
Alicia Tierra estaba embarazada de seis meses y nunca se supo qué pasó con su
hijo/a. Si se sabe que ambos fueron torturados en las mazmorras de la Jefatura
de Policía de Rosario, en las dependencias del Servicio de Informaciones.
El tercero es el de Ximena Vicario devuelta a su familia legítima, luego de una
década de lucha permanente de su abuela Darwinia Galichio.
“Estos casos habilitan al juez Bagnasco para que se cite a declarar en la causa
de apropiación de menores durante la dictadura a los ex generales Díaz Bessone y
Galtieri”, sostuvo D’Andrea Mohr en diálogo con este periodista.
La lucha de Darwinia
“Mi marido se dejó morir cuando ya no tuvo más esperanzas en recuperar sus hijos
y su nieta. Es decir que mi marido se murió sin saber que Ximena existía. Te
puedo contar cosas tremendas. Por ejemplo salíamos a cenar y venía un chico
vendiendo aspirinas o flores y mi marido se levantaba desesperado. Mi nieta debe
estar vendiendo flores o aspirinas. Eso lo carcomió, lo dejó en la más absoluta
depresión hasta que murió. Y ahí me encuentro sola. Y dije tengo que seguir
porque si me quedo llorando qué voy a lograr. Y me endurecí sin perder la
ternura como diría el Che Guevara. Porque tenía tanta ternura para pensar en mi
nieta, dónde estaría y en el fondo de mi alma yo pensaba que estaba y fue así.
No me engañó mi presentimiento. Un día recibimos de la Conadep la noticia de que
había una denuncia que Ximena vivía”, recordó Darwinia Galicchio, abuela y madre
de la Plaza 25 de Mayo de Rosario.
Los hijos de Raquel Negro y la Quinta de Funes
Uno de los principales centros clandestinos de detención que funcionaron en la
zona del Gran Rosario, fue la “Quinta de Funes”, ubicada sobre la intersección
de calle San José y la ruta 9. Decenas de personas pasaron por sus celdas e
instalaciones. Allí se cocinaba el proyecto político de Leopoldo Galtieri de
generar un partido propio con cuadros quebrados de Montoneros por medio de la
tortura sistemática.
Todo funcionó hasta el 13 de enero de 1978 cuando se escapó en México Tulio
Valenzuela.
A partir de ese momento, una treintena de personas fueron fusiladas, sus cuerpos
envueltos y posiblemente llevados hasta las aguas de la Bahía de Samborombón, en
la provincia de Buenos Aires.
En 1999 se informó que la Quinta de Funes servía de casa de fiestas de fin de
semana.
Macabra pirueta de la impunidad.
Sin embargo hay un dato que merece ser investigado por la justicia de la
democracia.
De acuerdo al testimonio de Jaime Dri, nudo del libro de Miguel Bonasso
“Recuerdo de la muerte”, allí había mujeres embarazadas, entre ellas la
santafesina Raquel Negro.
Algunos torturadores hoy en libertad sostienen que Raquel dio a luz una pareja
de mellizos.
Una de ellos, según esos extraños testimonios, fue llevado hacia Buenos Aires
por uno de los responsables militares del centro clandestino que funcionaba en
Funes.
Es hora que la justicia federal tome declaración, sobre los datos aportados por
Dri, a los ex militares Leopoldo Galtieri, Rubén Fariña, Daniel Amelong, Juvenal
Pozzi, Oscar Guerrieri y al ex servicio del Ejército, Eduardo “Tucu” Costanzo,
hoy devenido en remisero y ex pata de plomo del dirigente peronista y varias
veces legislador nacional por la provincia de Santa Fe, Luis Rubeo.
Del testimonio de Jaime Dri:
"...Aproximadamente para el 28 de diciembre fue trasladado a la ciudad de
Rosario, provincia de Santa Fe, con jurisdicción del Segundo Cuerpo de Ejército
que comandaba el general Leopoldo Fortunato Galtieri y el segundo era el General
Jáuregui. Ahí estuvo detenido en la Quinta de Funes, llamada por ellos la
Ponderosa, que era una residencia con césped, plantas de pino y pileta. El
teléfono que a esa fecha tenía la residencia era el número 93200. Ahí permaneció
detenido aproximadamente hasta el día dieciocho de enero, junto a los siguientes
prisioneros: Pedro Retamar; Carlos Capella y su esposa apodada "Gringa"; Tosetti,
apodado "Leopoldo" y su esposa apodada "Flaca"; Carlos Laluf y su esposa apodada
"Nacha"; Juan Dusek, oriundo de Santa Fe; el "Pipa" (cordobés); Novillo, apodado
"Ignacio" (santafesino), de Venado Tuerto; María Raquel Negro, santafesina;
Tulio Valenzuela (sanjuanino); Reyna Lloveras (cordobesa); el cabezón Toniolli
(de Rosario) y dos personas apodadas "Soledad" y "Leticia" (santafesinas). En
ese mismo lugar tuvo oportunidad de conocer personalmente en una visita que hizo
a ese centro de detención clandestina al general Fortunato Galtieri, al Jefe de
Servicio de Inteligencia, apodado "Coco", al jefe de la base "Mayor Jorge", al
jefe de operaciones "Capitán Sebastián", al segundo jefe (Teniente Daniel), al
médico con grado de capitán apodado "El Tordo", a un jefe de guardia el teniente
apodado Juan, al capitán Emilio (correntino), Sergio I (procedente de
Aeronáutica), Sergio II (policía de la provincia de Santa Fe y militante de la
CNU), Carlitos (en esa fecha se casaba con una señorita de origen turco), el
tucu, Torres (policía de la provincia de Santa Fe), Armando o Cráneo (posible
médico dental), Barba o Bueno (interrogador). Asimismo en una oportunidad según
le manifestaron otros prisioneros y el propio personal militar fue interrogado
por el general Jauregui quien lo amenazó de muerte...".
La casa fue alquilada como lugar de descanso, de parte de los militares
rosarinos, a la familia Fedele, aproximadamente en octubre de 1977.
Quien estaba a cargo de la misma era el teniente Daniel Amelong, hijo de un jefe
de personal de la empresa Acindar y actual dueño de una empresa inmobiliaria
“Isidori & Amelong”, ubicada en calle Corrientes al 1100 en pleno centro
rosarino. Recibía órdenes de otros militares, Fariña y Guerrieri, por entonces
segundo en Inteligencia.
Ellos son responsables del destino de los hijos de Raquel Negro. No solamente
entonces, si no también ahora.