Listas de desaparecidos

La Sombra de Campo de Mayo

 

 

Podrían estar en Campo de Mayo

El tema surgió a partir de las declaraciones de los “arrepentidos”.

Cuando el ex marino Adolfo Scilingo decidió contar lo de los “vuelos de la muerte” en 1995, también agregó: “...no sé que hicieron con las listas de desaparecidos. Yo le digo que listas hubo...”.

El propio presidente Menem lo desmintió y el jefe del Ejército, teniente general Martín Balza, tras su famosa autocrítica, dijo que estaba dispuesto a avalar a aquellos integrantes de la fuerza o ex soldados que quisiesen ir armando listas de desaparecidos.

De una u otra forma, desde los estratos de poder, nadie confirmó su existencia.

El conscripto Luis Muñoz, que durante la época de la dictadura revistaba en la Escuela de caballería de Campo de Mayo, relató también en el ‘95, que se llevaba un parte diario que era elevado todos los días al Comando de Institutos Militares y que contenía la nómina de las personas secuestradas.

“Ellos dicen que no se pueden confeccionar las listas, pero saben que nosotros llevábamos todos los días un parte diario con lo que se hacía”, había dicho Muñoz.


La pista suiza

Esto generó que Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y otros organismos de derechos humanos comenzarán a exigir esas listas. En abril del año pasado, dos años después de sus declaraciones del ‘95, Scilingo afirmó que: “... los documentos (sobre desaparecidos) están en Suiza y hay 3 copias de microfilm, uno de ellos en manos de Massera”.

También en ese año, el diario madrileño El Mundo, señaló que en el libro “La pista suiza” de Juan Gasparini, hay datos reveladores sobre existencia de documentos en una caja bancaria.

Allí se destacaba que Raúl Guglielminetti (o “mayor Guastavino”) fue uno de los militares que intervino en el traslado de documentación sobre desaparecidos hacia España.

La presión social que generó la posible existencia de esas listas, motivó a la Cámara Federal y al juez Bagnasco a solicitarlas a Suiza y España. Aun no hubo respuestas.


Confesó

El ex ministro del Interior entre 1976 y 1981, general Albano Harguindeguy, también dijo en el ‘95: “Cuando yo me fui, había gran cantidad de carpetas con todas las investigaciones que se realizaban; eran miles de fichas. Yo quise publicar los nombres pero Viola, Massera y Agosti no me lo permitieron”.



Casos testigos

- Iris Pereyra de Avellaneda fue secuestrada el 15/4/76 junto a su hijo Floreal (14). El 22, tras permanecer una semana en el Comando de Institutos Militares, es puesta a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN). El cadáver de Floreal fue encontrado junto a otros 7 cuerpos en la costa uruguaya, con signos de haber sido torturados.

- Juan Carlos Scarpati fue trasladado a “La Casita” con 9 impactos de bala. Sólo recibió la atención de otra prisionera, que era ginecóloga, y le suministró suero y antibióticos.

- Beatriz Castiglione de Covarrubias fue detenida junto a su esposo y trasladada a Campo de Mayo. Estaba embarazada de 8 meses y le decían que después de parir la iban a reventar. El 3 de mayo del 77 los liberan pidiéndoles disculpas porque “se habían equivocado”.

- Similar fue el caso de Serafín Barreira, secuestrado junto a su esposa embarazada. Destacó que había mucha gente trasladada de distintos CCD del país.

- Hugo Ernesto Carballo hacía el servicio militar en el Colegio Militar de la Nación (El Palomar), cuando fue detenido el 12/8/76. Trasladado a Campo de Mayo fue interrogado y encadenado de una pierna, ya que la otra la tenía enyesada. Tras la tortura lo enviaron de regreso al Colegio Militar donde el general Bignone le manifestó que: “...en la guerra sucia había inocentes que pagaban por culpables...”.

(Publicado en la edición Nº 431 del miércoles 25 de marzo del ´98)

 


Desaparecidos

Las listas que el Proceso ocultó

Un ex represor volvió a confirmar que existieron listas de personas secuestradas durante el periodo 76 / 83. Descarta que hayan sido destruidas.

El ex policía Juan Antonio del Cerro, conocido como 'Colores', participó durante el Proceso en la represión ilegal en el oscuro Grupo de Tareas 3.3.2., que tenía como sede la ESMA. En declaración a la Cámara Federal el represor dijo que hay listas de desaparecidos, "están en los Comandos de Subzona, dentro de la estructura del Ejército, porque ni la Armada ni la Fuerza Aérea tenían una estructura en todo el país".


Diario y microfilms

Según el acta de declaración tomada el 25 de marzo, 'Colores' habría confirmado los dichos de Massera, quien sostuvo que las listas se encontrarían en el Ejército. "Si fuera juez buscaría en los archivos del Batallón 601, la información se microfilmó, porque hay una cuestión que dice que todo lo que hace a la Inteligencia, todo se puede perder pero los archivos deben preservarse", sostuvo del Cerro ante la justicia.

El ex policía confirmó que se llevaban diarios de cada uno de los procedimientos, detenidos, heridos y abatidos, y sostuvo que los diarios no fueron quemados. Después de cada operativo se elevaba la información a la Policía Federal, al Primer Cuerpo de Ejército y a los Comandos de Subzona.


Versiones encontradas

De esta manera del Cerro se sumó a otros testimonios que confirman la existencia de listas de desaparecidos. El capitán de navío Oscar Quinteiro declaró en el juicio a las Juntas por tener a su hija desaparecida, allí había sostenido que luego de seis encuentros con Massera, quien tenía secuestrada a su hija en la ESMA, el almirante estaba disgustado porque quería a dar a conocer las listas pero Videla y Agosti no se lo permitían. Por su parte el ex detenido en la ESMA, Carlos Muñoz, también declaró en el juicio a los Comandantes que la inteligencia naval elaboraba fichas de cada secuestrado y que en el último casillero colocaban una L (liberación) o una T (traslado, eufemismo de asesinato).

El ex marino Adolfo Scilingo sostuvo que las listas existieron, y que hay copias de microfilmaciones de las mismas en Suiza; el periodista Juan Gasparini, sobreviviente de la ESMA, sostuvo que las listas y otra documentación habría sido llevada por Raúl Guglielminetti a una caja de seguridad bancaria en Europa; por su parte Albano Harguindeguy manifestó que existieron carpetas de las investigaciones que realizaban y miles de fichas.

Pero el testimonio más contundente fue el del conscripto Luis Muñoz, quien hizo el servicio militar en Campo de mayo, que señaló que se llevaba un parte diario con las nóminas de las personas secuestradas. Todas las listas de los distintos institutos, escuelas y regimientos de Campo de Mayo se elevaban al Comando de Instituto Militares, sede de la jefatura de la guarnición militar.



La internacional del terror

Con escala en campo de Mayo

Una mujer fue secuestrada en el 80 en el Perú, la retuvieron en la guarnición militar de Campo de Mayo y la llevaron a España donde apareció muerta. Piden que intervenga el juez Garzón.

Los diputados nacionales del justicialismo publicaron una solicitada en los diarios capitalinos donde dan a conocer el caso de Noemí Esther Gianetti de Molfino, una mujer encontrada muerta en España, y que la justicia de ese país no habría investigado en profundidad. Los dardos apuntan contra el juez Garzón, pero además desnuda los contactos internacionales del Proceso para secuestrar personas en cualquier lugar de América Latina.


Campo del Terror

La odisea empieza cuando Noemí Molfino denunció ante las Naciones Unidas la desaparición de su hija y su yerno en octubre del '79. La mujer se instaló en Perú al poco tiempo, trabajando junto a organizaciones de derechos humanos. El 12 de junio del '80 se realizó un operativo comando con militares argentinos y peruanos que habría estado a cargo del coronel Roualdes, secuestrando en plena capital peruana a cuatro argentinos, entre ellos a la señora de Molfino.

La mujer fue trasladada a Campo de Mayo, donde habría estado alojada casi un mes. En julio la trasladaron a Brasil, como paso previo para llevarla a España, donde el 21 de julio apareció su cadáver en un apart hotel de Madrid. Mientras la policía española intentaba identificar el cadáver, en Argentina se publicó el nombre y apellido de la mujer encontrada muerta.

La justicia española cerró la causa al poco tiempo, y ahora los diputados peronistas le exigirán al juez Garzón que se investigue el caso, donde pudo estar involucrada la inteligencia española.

(Publicado en la edición Nº 436 del lunes 6 de abril del ´98)

 



Desaparecidos

De listas y ordenes

Los argumentos que Balza dio en su oportunidad, ante un controvertido tema que no se aclara del todo.

"Usted sabe qué satisfacción sería para el Ejército argentino aportar un dato al familiar de un desaparecido, decirle adónde está el hijo, el padre, el amigo...". Esto fue lo que manifestó el general Martín Balza a principios de este mes, como continuando la autocrítica que lanzó por la misma época del '95.

Por ese entonces, Balza invitaba a sus subordinados a que dieran información al respecto, garantizándoles el anonimato. Tres años después volvió a confirmarlo, ya con una posición más explícita en lo que a leyes menemistas respecta, expresando: "Yo puedo recabar dentro de los límites de la legalidad a la que estamos sometidos, obediencia. Puedo apelar a la obediencia en lo que la ley me permite. Pero en este caso sólo puedo apelar a la conciencia".

El contenido de la frase es por demás elocuente, si se tiene en cuenta que se trató de una respuesta a la pregunta de ¿Por qué no podía ordenar a sus subordinados a que den información, en especial a los generales retirados que participaron del "Proceso"?, tras lo cual Balza agregó: "yo no puedo obligar a que ellos hablen lo que por ley no tienen obligación de decir"... "De lo contrario sería violentar conciencias, sería casi algo ilegítimo".


Registros

El jefe del Ejército destacó que "todas las ordenes se registran", aunque también puntualizó que "el personal del Ejército que estaba afectado a eso (al registro de operaciones represivas) era un porcentaje muy pequeño, por demás reducido".

Pero el general no dudó en aclarar que "No hablo de represión ilegal, hablo de todo lo actuado en la lucha contra la subversión" y remató: "Pero también sé que en el año '83, antes de entregar el poder, hubo una orden de destrucción de toda la documentación".

Lugo pareció querer dar una versión propia de Punto Final cuando remarcó: "Yo no voy a poder dar una respuesta (sobre el destino de los desaparecidos), y no creo que quien me siga vaya a poder darla tampoco".


Responsables

Mesurado, Balza, no dudó en cuestionar la responsabilidad que le cupo a la sociedad en los golpes de Estado que hubo en el país. Sobre el tema dijo: "Yo me recibí en 1955 y desde entonces vi todos los golpes militares y los vaivenes políticos. Y cada vez que ocurría esto, la Plaza de Mayo estaba llena. Y no de uniformes militares".

Más puntual en sus apreciaciones, expresó: "Hablo de una sociedad y dentro de esa sociedad del Ejército también. Pero de una sociedad con pocas convicciones democráticas e hipócrita".



Transición

En Argentina fue incondicional

Fue el único país de Sudamérica donde los militares se subordinaron al poder civil.

La situación de Martín Balza al frente del Ejército no es la misma que el resto de sus pares de Sudamérica. La transición de los gobiernos militares a la democracia en el sur del continente, mantuvieron características de la que la Argentina se apartó, presentando un caso único: fue incondicionada.

Las Fuerzas Armadas entregan el poder sin negociar ni poner condiciones; el poder civil se impone plenamente. Los militares pierden sus prerrogativas institucionales y se subordinan real y formalmente al gobierno democrático.

Se revisa el pasado, los jefes militares son enjuiciados y encarcelados y las tres Fuerzas pierden todo margen de autonomía institucional. 

La contraposición a este estado de cosas se dio en Chile y en Brasil. En la primera la transición es impuesta. Las Fuerzas Armadas plantean las condiciones, reservándose importantes áreas de autonomía institucional e incorporando sus propias reglas del juego a la Constitución.

En Brasil la transición fue negociada. Militares y civiles ceden, acuerdan y los primeros se subordinan al poder civil, pero no se revisa el pasado y las Fuerzas Armadas mantienen cierta cuota de autonomía institucional.


Guerra

La diferencia radica en que la Argentina fue el único caso, en que la transición se realiza en un contexto determinado por la derrota de las Fuerzas Armadas en una guerra exterior.

Esta situación quiebra la capacidad política de los militares de imponer condiciones de transición en el proceso democratizador. Los levantamientos carapintada intentaron "poner las cosas en su lugar" para las Fuerzas.

Lo lograron en parte con las leyes de Obediencia Debida y Punto Final -hoy derogadas- y los indultos de Menem. No obstante, las consecuencias de la guerra de Malvinas motivó que la Argentina fuera el país de Sudamérica donde los militares estuvieron más subordinados al poder civil.

La inercia política de los años posteriores fue lo que inclinó la balanza en beneficio de las Fuerzas Armadas.

(Publicado en la edición Nº 441 del lunes 20 de abril del ´98)

 



Documento

Aclaración sobre desaparecidos

Un testigo dio detalles sobre el secuestro de dos desaparecidos. También sobre la muerte de dos militantes.

A partir del suplemento especial sobre el golpe de Estado del ‘76 que La Hoja editó el lunes 23 de marzo, coincidiendo con los 22 años de ese hecho, un testigo se presentó en la redacción de este medio para clarificar algunos sucesos que fueron volcados erróneamente en ese informe.

“Rodolfo Stagnaro fue secuestrado frente a la estación de Bella Vista, antes de ingresar a una casa en la que iba a tener una reunión con otra gente. Un rato antes había ingresado Rodolfo Bleder, que al darse cuenta que la vivienda estaba copada por militares se da a la fuga”.

Con este episodio, el testigo comenzó a relatar una historia que nos ubica en el centro mismo del horror y que tuvo como protagonistas a 30.000 personas de las cuales, muchas, aun no se conoce su paradero.


Rematado

“Bleder, al llegar a la esquina, es herido de un balazo en una pierna, igual sigue corriendo y finalmente lo rematan de un tiro en la cabeza en la puerta de la comisaría de Bella Vista”.

Stagnaro no fue secuestrado a fines del ‘76, como se detalla en el informe, sino el 10 de agosto del ‘75 por el Ejército (esto generó que la CONADEP no quisiera tomarle la denuncia a sus familiares porque era un desaparecido de la democracia, después se revió la posición).

La fecha del secuestro indica que el plan de exterminio estaba vigente antes del 24 de marzo del ‘76, ejecutado a través de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) y el Ejército Argentino.

Ya existían las “zonas liberadas”, como se las llamó más tarde, en la cuál se avisaba a las fuerzas de seguridad de la zona que no intervinieran ante un operativo de este tipo.

“El lugar donde se iban a reunir era una casa operativa que fue prestada por los hijos de los dueños de la farmacia Del Pueblo”, destacó la fuente.


Cadáver

El cadáver de Bleder fue recuperado 15 días después por su padre en el hospital nuevo de Pilar, con las manos ya amputadas y en avanzado estado de putrefacción. Tuvo que llamar a un hermano médico que vivía en EE.UU. para que lo identificara.

La fuente además aportó datos sobre Osvaldo Rosón -quien también aparece en la lista del suplemento-, detallando que: “No tenía 29 años, ni era arquitecto. Era cuñado de Stagnaro y estudiaba arquitectura y fue secuestrado junto a Oscar Urra (de 22 años, no 34 como establece la lista) y a la esposa de este, de una parada del colectivo 365, frente a la plaza de San Miguel”.


El cura

“Miguel Brochero no desapareció ni estuvo en Campo de Mayo, fue muerto por la policía en Moreno, mientras hacía una pintada. No era del ERP, sí militaba en la Federación Juvenil Comunista. Le decíamos ‘maestro’, porque era docente, y también el ‘cura’, por su apellido. Tenía una heladería que se llamaba ‘La Fede’.

El testigo asistió al velatorio de Brochero. “Le habían cosido la boca y lo mataron ametrallándolo”.


Detalle

En la investigación periodística encarada con Fabián Domínguez, que dio como resultado el suplemento especial y otras notas que fueron apareciendo en las ediciones siguientes, buscamos encontrar la verdad de los aberrantes hechos de los que la dictadura militar fue artífice.

Involuntariamente cometimos errores que aquí se aclaran, gracias a un testigo que solicitó que resguardáramos su identidad. La intención es que aquellos que quieran acercarse a aportar más datos puedan hacerlo. El objetivo es tratar de esclarecer este episodio negro, del que muchos vecinos de General Sarmiento fueron víctimas, para que “Nunca Más” no sean solo dos palabras, sino que signifiquen la preservación de la memoria.



Expediente del Oso

Un infiltrado en el ERP

El hombre que delató a militantes y combatientes del Gran Buenos Aires.

Una fuente confiable, de San Miguel, reveló a La Hoja que muchos de los militantes del PRT-ERP desaparecidos en la zona en el '75 fueron señalados por un agente infiltrado conocido como el 'Oso' Ranier. En un primer momento se había sospechado de Rodolfo Stagnaro, quien había sido secuestrado y se creyó que habló en la mesa de tortura, pero la investigación del 2º jefe del ERP develó el misterio del infiltrado, reivindicando a Stagnaro.


'Simpático soplón'

Jesús Ramés Ranier, conocido como el 'Oso', ingresó al ERP en el '74 y, según su declaración ante un 'tribunal popular', pertenecía al SIE (Servicio de Inteligencia del Ejército). Diversas publicaciones lo señalan como el máximo responsable en el fracaso del copamiento del batallón de arsenales Domingo Viejo Bueno de Monte Chingolo, en víspera de la Navidad del '75.

El 'Oso' también delató a doce oficiales del ERP, a casi un centenar de militantes y combatientes, algunos de ellos de la zona de San Miguel, y la ubicación de imprentas clandestinas, armamentos y camiones con propaganda revolucionaria. Ranier, un hombre de treinta años, de apariencia torpe y ruda, demostró aptitudes para el trabajo de logística, conocía las armas y tenía contactos para comprarlas. Aportó una camioneta para traslado de materiales y se mostraba como un militante útil ya que resolvía problemas. 

Desde el área de logística no tenía toda la información pero sí datos parciales, como ser movimientos de armas, el desplazamiento de cuadros, y la intención de copar una unidad militar, elementos que el Ejército usó para aniquilar al grupo guerrillero. Los detenidos eran conducidos a Campo de Mayo, y entre los más destacados estuvo Juan Ledesma, jefe militar del ERP, que venía organizando el copamiento del arsenal, quien fue torturado y asesinado en la guarnición militar.

El 2º jefe del ERP, Benito Urteaga, descubrió al delator. El PRT publicó el 'Expediente del Oso', un texto de circulación restringida, donde se transcribe la declaración de Ranier. Su cuerpo fue hallado el 14 de enero del '76 en el barrio de Floresta. El día anterior había sido juzgado, acusado de traidor, encontrado culpable y condenado a muerte por un 'tribunal revolucionario'.

(Publicado en la edición Nº 433 del lunes 30 de marzo del ´98)

 



Ex desaparecido

Una semana cautivo en el infierno

Fue secuestrado por el Proceso y llevado a Campo de Mayo durante los años de plomo.

El actual empleado bancario y vecino de San Miguel, José Topliseck (49), revivió con La Hoja el calvario que vivió durante el mes de julio del '76, al ser secuestrado y llevado a la guarnición militar de Campo de Mayo junto con su mujer. Topliseck era miembro del Partido Comunista, había formado una célula en la fábrica Tecsa Textil Americana, pero en el '75 había sido despedido como consecuencia del Rodrigazo. El golpe lo encontró desocupado. 

"En julio del '76 vivía con mi mujer y mi hija de 3 años; pintaba platitos de cerámica para subsistir; alquilaba una casa precaria, pero ya me tenía que ir de allí. Incluso asentaron una denuncia por usurpación, pero en la comisaría todo quedó aclarado, aunque la que me denunció dijo de todo sobre mí, e incluso mencionó que yo era comunista. Me dejaron ir, pero sabía que estaba marcado, y esperaba la llegada de la policía de un momento a otro", recuerda.


Patadas en la noche

"Un viernes a la noche patearon la puerta y dijeron ¡Abran, la policía! Cuando abrí entraron un montón de militares uniformados, armados hasta los dientes. ¡Todos contra la pared!, dijeron, estábamos mi esposa, un tano amigo y su mujer, y mi nena de tres años, que empezó a llorar,". La manzana había sido rodeada, los vecinos de la cuadra tenían orden de apagar la luz y tirarse al piso, a ellos les vendaron los ojos y dejaron a la nena con una vecina. En la casa de Topliseck, ubicada entre Boulogne y Villa Adelina, estaban las revistas y los bonos de campaña financiera del PC, además de una biblioteca con textos marxistas.

"Me preguntaron por las armas, pero no teníamos. Nos subieron a un camión de carnes y preguntaron si era comunista; yo no negué nada. Nos trasladaron vendados. En el camión a mi mujer la quisieron manosear, pero ella les dijo que tenía una enfermedad venérea y no la molestaron más. Después de un rato nos cambiaron a otro camión, que era militar", describió. 


En Campo de Mayo

"Cuando nos bajaron, la venda que tenía no estaba bien ajustada, y pude ver una garita, un mástil y un alambrado, las clásicas entradas de Campo de Mayo. Ahí nos cambiaron la venda por una capucha y nos dieron un número de identificación". Caminaron un rato largo, las mujeres fueron a un galpón y los varones a otro, donde les ataron los pies con cadenas.

"Por el frío que hacía pensé que estábamos a la intemperie. A través de la capucha, que estaba un poco percudida, se veía una luz, y al lado un tanque de 200 litros donde prendieron fuego. No escuchaba nada, y pensé que estaba solo. A la mañana llegaron unos milicos, y de golpe escuché el ruido de cadenas y gente que empezó a moverse. Ahí me di cuenta que estoy en un galpón inmenso, todo de chapa y que el lugar estaba lleno de gente, a pocos metros mío estaba el Tano". Era fin de semana, comieron bien, el lunes no comió, sino que fue llevado a un campo, lo hicieron acostar y le largaron perros ovejeros. "Había que quedarse quieto para que no nos hicieran nada, sería para meternos más miedo", reflexionó.

Luego los fueron llevando de a uno a una oficina, los interrogaron y los llevaron a otro sector. "Cuando llegué escuché que le pegaban al Tano, quien gritaba: ¡Canto todo! Cuando me hacen pasar me pegan una paliza que no me podía ni caer; trompadas y patadas por todo el cuerpo. Después me llevaron a otra habitación, me hicieron sacar la ropa, se rieron por lo flaco que era, pesaba menos de cincuenta kilos, y se ve que había una mujer que escribía a máquina porque cargándola le preguntaron si se acostaría conmigo. Me hicieron acostar en una cama de hierro, y me empezaron a dar con la picana. Eso es terrible, porque hacen preguntas y uno no entiende nada; pero yo no decía ninguna dirección, solo localidades a las que sabía llegar, y ningún nombre, también insistían con los 'fierros', y cuando les decía que nuestra arma era el lápiz y el papel, me daban más voltaje. Después de un rato de picanearme dejaron de hacerme preguntas, simplemente se entretenían poniendo la picana en distintos lugares. No sé cuanto tiempo estuve, pero fue una eternidad".


Un tal Peña

Estuvo un día sin comer ni tomar agua, y apenas podía pararse. Cuando lo volvieron a llevar lo recibió un militar que le dijo que no lo torturaría. "Me dijo que nos iban a dejar salir en dos o tres días, nunca supe el motivo. Me dio un nombre supuesto, Peña, y dijo que se iba a contactar conmigo afuera, aunque nunca más supe de él. Le dije que si salía iba a contar todo al partido, y me pidió que no se lo anduviera contando a todo el mundo".

Una noche los subieron a una camioneta. "Pensé que nos iban a matar. El vehículo andaba a toda velocidad, y nos dejaron en Villa Adelina. Nos pusieron contra una pared, nos sacaron la capucha, nos desataron, dijeron que contáramos hasta cien. Cuando vimos que no había ningún milico, nos abrazamos de alegría, y empezamos a caminar".

Llegó a su casa que estaba literalmente dada vuelta, y recuperó a su hija que estaba viviendo con unos familiares.

 



Una semana desaparecido

Recuerdos del horror

Los que estaban detenidos en el lugar. La expulsión del partido comunista.

"Una noche vino una persona de civil acompañado de un militar, preguntó por nosotros y el milico le dijo: 'son bichos colorados', y siguieron. Ahí pude ver tirando la cabeza para atrás, por debajo de la capucha al militar que estaba con botas de montar y una fusta, se ve que era de caballería, y el de civil, semipelado y canoso, después me di cuenta que pudo haber sido Camps, el jefe de la policía". Topliseck dice que había gente del interior y que pertenecían a diversas organizaciones guerrilleras, aunque no pudo hablar con ninguno de ellos para saber sus nombres, ni recuerda el de los militares que estaban allí.

"Mi mujer estaba en otro galpón, donde el régimen era más abierto y pudo hablar con una chica que le dio el número de teléfono para que avisara a su familia si volvía a salir. Cuando salimos llamó, pero la familia cortaba el teléfono cada vez que atendía".


Expulsión

"El partido fue informado de mi situación, el abogado Julio Biaggio presentó recursos de Habeas Corpus, y por suerte puedo contarlo. Al poco tiempo tuve que elevar al PC un informe por escrito de todo lo que pasé, a la vez que me ordenaron dejar el lugar donde estaba viviendo. Fui a vivir a José C. Paz, y allí me informaron de mi expulsión del partido. Eso fue lo pero que me podía pasar, porque encima de sufrir una semana todo tipo de tortura, de resistir y no dar ningún nombre, las únicas personas fiables me daban la espalda", relató Topliseck.

(Publicado en la edición Nº 439 del miércoles 15 de abril del ´98)

 




Monte Chingolo

Un dato salvador

¿Por qué Duhalde no sufrió persecución durante el Proceso?

El libro 'El Otro', del periodista Hernán López Echagüe reveló el modo en que el gobernador se congració con los militares meses antes de que dieran el golpe de marzo del '76.


El Oso

"A mediados de noviembre de 1975, mientras el gobierno de Isabel Perón trastabillaba y los militares andaban al acecho, ocurrió un episodio que había de cobrar valor en la vida de Duhalde con posterioridad al golpe de marzo de 1976.

Una noche, presa de los nervios, el gremialista Illescas irrumpió en la casa del intendente (de Lomas de Zamora, Eduardo Duhalde) y le refirió que un conocido suyo, Jesús Ramés Ranier, apodado El Oso, le había hecho saber que el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) se encontraba a poco de realizar una colosal operación contra un objetivo militar situado en la zona sur del Conurbano. Ranier, un metalúrgico sin empleo, había ingresado a la organización guerrillera un año atrás, pero con el correr del tiempo se había convertido en un simpático soplón.

Duhalde demoró largos minutos en comprender la trascendencia de lo que había oído; su cabeza estaba en otra parte: semanas antes su principal adversario político en Lomas, Manolo Torres, había sido designado secretario nacional del Partido Justicialista, y, por una obvia razón de urbanismo, Duhalde se había visto obligado a aplaudirlo y abrazarlo durante el homenaje que le habían hecho en su propio territorio, en el local de la calle Italia al 600, en Lomas.

A la mañana siguiente de la charla con Illescas, no obstante, Duhalde se presentó en el despacho de Calabró (entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires) y, atribuyéndose por completo el mérito de la información, le narró la nueva. Los ojos del gobernador se pusieron a centellear del contento. Nadie ignoraba que el golpe militar era una cuestión de tiempo. Tal vez enero, quizá febrero. Un desenlace inexorable que para Calabró no era más que una contingencia, pues ya se había habituado a gozar el poder y tenía previsto continuar en la gobernación como delegado del futuro gobierno de facto. La posibilidad de ofrecer una información de esa magnitud al Ejército, por tanto, lo llenó de satisfacción.

Duhalde no era ingenuo. También sabía que se avecinaban tiempos difíciles. Por eso, antes de marcharse, le exigió al gobernador que, al transmitir la información a los hombres de la Jefatura II de Inteligencia, no olvidara mencionar su nombre. Calabró así lo hizo.

El asalto al Batallón de Arsenales 601 'Domingo Viejo Bueno', en Monte Chingolo, en el mediodía del 23 de diciembre de 1975, condujo al ERP hacia el abismo. "Será la acción revolucionaria más grande de la historia de Latinoamérica", había dicho Roberto Santucho. El Ejército les tendió una ratonera perfecta. La represión fue feroz y desmesurada: entre miembros del ERP y habitantes de las villas aledañas al cuartel (que ninguna relación habían tenido con el frustrado copamiento) los militares mataron a cientos de persona. En realidad, nunca pudo saberse con precisión cuántos fueron asesinados, porque la mayor parte de los cuerpos fue a parar a fosas comunes.

El oportuno gesto le valió a Duhalde el tácito reconocimiento de los militares, en particular el del futuro cabecilla del golpe, general Jorge Rafael Videla."


Detenidos desaparecidos de la zona

- Osvaldo Hernán Bartolini (33), secuestrado junto a su esposa, Susana Rita Gabelli (33), el 26/3/76 en una quinta de Del Viso.

- Jesús Lautaro De La Rosa (32), secuestrado el 15/4/78 en Nazca s/n, Pablo Nogués.

- Gerardo César De La Rosa (29, hermano de Jesús Lautaro), secuestrado el 27/7/76 en Lugones s/n, Pablo Nogués.

- Alicia Norma Meroño (30), fue alumna del Instituto Angel D’Elía, secuestrada en Benito Juárez 4285, Capital.

- Ricardo Luis Palazzo (21), fue alumno de la Escuela General Lemos, secuestrado el 16/9/76 en Ecuador 930, 2º piso B, Capital.

- Jorge Mario Piedras (22), fue alumno del Instituto Angel D’Elía, secuestrado el 31/8/76 (se desconoce el lugar).

- Laura Robles (21), secuestrada el 13/1/77 en Soler y O’Brien, Dpto. 27, Grand Bourg.

- Susana Elba Traverso de Bossi (26), fue alumna de las escuelas primarias 3 y 9 de Bella Vista y del Colegio Nacional de San Miguel (secundaria), secuestrada el 3/6/77 en Bahía Blanca.

- Oscar Julián Urra Ferrarese (34), secuestrado junto a su esposa, Susana Elena Ossola (23), el 22/5/76 en una parada del colectivo 365 en San Miguel.

- Carlos Antonio Di Pietro , secuestrado junto a Raúl Eduardo Rodríguez en San Miguel el 4/6/76, ambos eran sacerdotes de la Comunidad de los Religiosos Asuncionistas del barrio Manuelita.

- Según declaraciones de testigos, también estuvo secuestrado en Campo de Mayo el guionista Héctor Germán Oesterheld ( autor de “El Eternauta”, “Sargento Kirk” y “Ernie Pike”, entre otras historietas).

- Raúl Aragón (36), vivía en Los Polvorines, fue secuestrado en marzo del ‘76.

- Héctor Rojas (23), fue secuestrado junto a su esposa, Juana Fernández (23), el 18/7/76, vivían en Grand Bourg.

- Samuel Aranda (23) fue secuestrado junto a su esposa, María Eva Duarte (23) en agosto del ‘76, vivían en Los Polvorines. Ella estaba embarazada y su parto se efectuó en el Hospital Militar de Campo de Mayo, en cautiverio. Se desconoce el destino de ambos.

- Felipa Chazarreta (30), fue secuestrada junto a su hija, Mirta Juárez (15) de su domicilio en Grand Bourg el 16/6/76.

- María Angélica Motto (30), vivía en San Miguel y fue secuestrada en Vicente López en septiembre del ‘76.

- Susana Pertierra, directora de la escuela Nº 54 de Grand Bourg, donde fue secuestrada en junio del ‘76.

- Simona Gómez (38), secuestrada en la escuela Nº 54 de Grand Bourg en septiembre del ‘77. Tenía 7 hijos.

- Juan Gaetán (33) fue secuestrado junto a su hermano, José Gaetán (35), a Jorge Carrizo y al novio de la hija de éste, el 16/6/76 en José C. Paz, en el domicilio de Carrizo. Los cuerpos de José Gaetán y del novio de la hija de Carrizo aparecieron dinamitados en Pilar. Esta lista es incompleta.

- Ricardo Cuello (27), vivía en José C. Paz y fue secuestrado en el ‘79 en esa ciudad. Trabajaba como pulidor de pisos.

- Rodolfo Stagnaro (27) vivía en Chile y D’Elía (San Miguel), era estudiante de derecho. Fue secuestrado a fines del ‘76. Formaba parte del PRT-ERP. Murió por un “submarino seco” en Campo de Mayo.

- Osvaldo Rosón (29), Era arquitecto y vivía en San Miguel. Se desconoce dónde fue secuestrado, pero fue visto en Campo de Mayo.

- Miguel Brochero (29), fue levantado en un operativo en Ruta 197 y El Callao. Pertenecía al ERP y fue visto en Campo de Mayo.

- Tomás Quinteros (23), empleado municipal, se desempeñaba en el área contable, luego de los cincuenta allanamientos del 2 de abril del ‘76 pasó a la clandestinidad. De la Juventud Peronista, era conocido como El Hippie. Se había citado en agosto con su madre en un café, nunca llegó.

(del Suplemento especial publicado en la edición Nº 430 del lunes 23 de marzo del ´98)

 



Escuelas del horror

Quiénes eran los directores de los institutos militares de Campo de Mayo durante el gobierno de facto.

En varias oportunidades se escuchó decir que el gobierno de facto creó un sistema de responsabilidades, para que ningún militar quedara exento del nefasto sistema que aplicaron.

Si se analiza detalladamente quiénes fueron y cuánto tiempo duraron los coroneles y ge-nerales que ocuparon las direcciones de las distintas escuelas de Campo de Mayo, la idea no es tan descabellada. La que sigue es una lista con esos nombres y los períodos de sus mandatos.

Comandantes de Institutos Militares: Gral. Santiago Omar Riveros (9/75 al 1/79), Gral. José Montes (2 al 11/79), Gral. Cristino Nicolaides (12/79 al 11/80), Gral. Reynaldo Bignone (12/80).

2º Comandantes y Jefes del estado Mayor del Comando de Institutos Militares: Gral. Carlos Alberto Dalla Tea (9 al 12/75), Gral. Fernando Humberto Santiago (1 al 11/76), Gral. Reynaldo Bignone (12/76 al 11/77), Gral. Antonio Domingo Bussi (12/77 al 12/78), Gral. Edmundo René Ojeda (1/79 al 8/80), Gral. Reynaldo Bignone (9/80).

Organos de Inteligencia de la Zona 4: Escuela de Inteligencia, Cnel. Néstor Nellar (8/75 al 10/76), Cnel. Oscar Bolasini (11/76 al 9/79), Cnel. Jorge Koch (10/79). Destacamento de Inteligencia 201, Tte. Cnel. Nedo Cardarelli (9/79 al 8/80), Tte. Cnel. Jorge Apa (9/80). Sección del Destacamento de Inteligencia 201 -Zárate-, Cap. Rodolfo Dellatorre (9/80).


Escuelas

Escuela de Ingenieros: Cnel. Juan Camblor (10/74 al 10/76), Cnel. Eduardo Espósito (11/76 al 12/78), Cnel. Ricardo Jaureguiberry (1 al 9/79), Cnel. Carlos Font (10/79 al 8/80), Cnel. Vicente Belli (9/80).

Escuela de Comunicaciones: Cnel. Eduardo Corrado (10/74 al 5/76), Cnel. Luis Pepa (6/76 al 9/77), Cnel. Héctor Iglesias (10/77 al 9/79), Cnel. Juan Amiano (10/79 al 8/80), Cnel. Jorge Mansueto Swendsen (9/80).

Escuela de Caballería: Cnel. Rodolfo Feroglio (10/74 al 10/76), Cnel. Ovidio Ricchieri (11/76 al 10/77), Cnel. José Tisi Baña (11/77 al 9/79), Cnel. Enrique Michelini (10/79 al 8/81), Cnel. Ignacio Verdura (9/81).

Escuela de Artillería: Cnel. Alfredo Larrosa (12/75 al 9/77), Cnel. Américo Herrera (10/77 al 9/79), Cnel. José Gutiérrez (10/79 al 8/81), Cnel. José Dante Caridi (9/81).

Escuela de Infantería: Cnel. Raúl Corletti (10/74 al 10/76), Cnel. José Ruiz (11/76 al 10/78), Cnel. Lilo Rodríguez (11/78 al 8/80), Cnel. Federico Minicucci (9/80).

Escuela de Suboficiales "Sargento Cabral": Cnel. Norberto Chiappari (2/76 al 9/77), Cnel. Mario Benjamín Menéndez (10/77 al 9/79), Cnel. José Villafañe (10/79 al 8/81), Cnel. Enrique Olea (9/81).

Escuela de Servicios para Apoyo de Combate "General Lemos": Cnel. Miguel Angel Martelotte (12/75 al 11/76), Cnel. Eugenio Guañabens Perello (12/76 al 9/77), Cnel. José Mazzeo (10/77 al 12/78), Cnel. Gerardo Núñez (1 al 9/79), Cnel. Alberto Schollaert (10/79 al 8/81), Cnel. Leopoldo Flores (9/81).

Colegio Militar de la Nación: Gral. Reynaldo Bignone (12/75 al 12/ 76), Gral. Adán Alonso (1 al 11/77), Gral. Osvaldo García (12/77 al 11/78), Gral. Luis Martella (12/78 al 11/80), Gral. Alberto Lucena (12/80 al 11/82), Gral. Mario Sánchez (12/82).

Comandante Naval del Area Fluvial: Contralmirante Luis Sánchez Moreno (1/76), Prefecto Nacional Naval: Contralmirante Pedro Santamaría (4/76) -ambos en Zárate-. En el caso de los últimos directores de cada Escuela, se aclara que tomaron el cargo desde la fecha consignada, hasta la finalización de la dictadura militar.

(Publicado en la edición Nº 556 del miércoles 20 de enero del ´99)

 



Represión ilegal

Buscan las órdenes escritas de la dictadura

El juez Bagnasco allanó Inteligencia del Ejército. Hay coincidencia entre lo declarado por Nicolaides y los organismos de derechos humanos, sobre la presunta desaparición de documentación.

El juez federal Adolfo Bagnasco ordenó allanar las oficinas de Inteligencia del edificio Libertad, sede del Ejército, en busca de documentación con la que pueda probar la existencia de un plan sistemático utilizado por la dictadura militar para el robo de bebés nacidos en cautiverio.

La decisión fue tomada en base a las declaraciones del último jefe mi-litar del Proceso detenido hasta el momento, el general Cristino Nicolaides, que en su declaración manifestó haber ordenado quemar los documentos de la represión en noviembre del '83, antes de que asumiera el gobierno democrático.

No obstante, además de puntualizar que debían existir actas de esa quema, Nicolaides también aseguró que eso orden no incluía la documentación archivada en cada unidad militar, dejando abierta la posibilidad de que en cada comando de zona, subzona y área podrían quedar los legajos que cada jefe tenía de los detenidos.


Contraposición

En tal sentido, el jefe del Ejército, teniente general Martín Balza, negó la existencia de esas actas y acompaño su declaración con un documento firmado junto a los otros jefes militares y una copia del radiograma por medio del cual Nicolaides ordenaba que se quemaran los archivos de la represión.

Una de las dudas que se plantea es porqué estaba archivada una orden de Nicolaides para desacerse de la documentación sobre la represión y no están las actas donde figura su incineración.

De todos modos, en una presentación que realizaron organismos de derechos humanos ante la Cámara Federal porteña, denuncian la desaparición de 267 actas de la Junta Militar, archivadas en el Ministerio de Defensa hasta 1987.


¿Quién se mete?

Por su parte, el titular de Inteligencia del Ejército, general Jorge Miná, le solicitó a Bagnasco que no investigara en los archivos provenientes de organismos de inteligencia extranjeros.

El problema se suscitó porque la Ley 23.554 de Defensa Nacional, promulgada en el '88 y con la que se revocó la Doctrina de Seguridad Nacional utilizada por el gobierno de facto, establece que sólo las Comisiones de Defensa de Diputados y Senadores pueden investigar la inteligencia militar.

Pero además dispone que los Servicios de Inteligencia de las Fuerzas Armadas tienen prohibido hacer espionaje interno y que éste debe dirigirse hacia el exterior.

Igualmente, Bagnasco y su equipo tienen que realizar su trabajo en las oficinas del edificio Libertador, porque el Ejército no aceptó que el juez se llevara las cintas magnéticas del sistema de computación para ser revisadas en tribunales.

(Publicado en la edición Nº 580 del miércoles 17 de marzo del ´99).