23. El Turco

Los laberintos de la memoria, por José Ernesto Schulman

 

 

El Turco me llamó a casa, cosa rara, generalmente era al revés, los que los buscábamos éramos nosotros.

Te espero en el local de la Jotape, el que está en la calle 9 de Julio casi Rioja.

Agarré la moto y me fui. En el camino pensé que a lo mejor tendría que haber buscado compañía, pero era un sábado a la siesta y no quería joder a nadie. Capaz que era una boludez.

El Turco estaba sentado solo en una pieza al final. Tenía una cuarenta y cinco sobre la mesa, y estaba tomando mate.

-Lo agarraron a Quieto en Baradero, hay que hacer una marcha de las Juventudes Políticas para liberarlo, el Changui se cagó y no quiere, si Uds. bancan la hacemos como Coordinadora, si no la hacemos solos.

-Nosotros vamos pa´ delante le contesté .

Me acordé que Jorge me había dicho, hacía pocos días, que nos pegáramos a la Jotape, que había una buena reflexión, que estaban interesados en conocer más sobre el socialismo, y no sólo sobre Cuba, que también querían conocer como era lo de la Unión Soviética.

La marcha era para el martes a la tarde, pero al medio día lo largaron, así que el Negro vino a celebrar su libertad con nosotros. Me lo presentaron un minuto, pero enseguida se metió a una reunión con ellos. Primero juntamos la gente en la cancha de Unión, ahí habló el Negro Quieto y me dejaron decir unas palabras. La Fede había llevado bastante, como unos trescientos o más, pero los de la Regional eran como dos mil. Yo tenía conciencia de la relación de fuerzas así que dije dos o tres consignas y me bajé. Estaba claro que el acto era de ellos.

Al terminar arrancamos por Boulevard Pellegrini y enfilamos para la costanera. De arriba del edificio del ministerio de Agricultura y Ganadería nos tiraron con una carabina 22 y con una pistola 45, pero la columna no se dispersó.

En mi vida había visto, y creo que nunca volví a ver, tantas armas y de tanto poder de fuego en manos de la seguridad de una movilización popular.

Corrían por las veredas, se subían a los techos, metieron cuatro autos por delante de la columna, pero no volvió a haber incidentes. Cuando todo terminó, el Turco tuvo un gesto inusual: nos saludó, nos agradeció y hasta nos dio un abrazo.

El Turco Obeid.

Se sabe, el que se fue a la Jotape Lealtad cuando Perón los echó de la Plaza, el que se refugio en un kiosquito en una localidad del norte santafesino cuando empezó la represión que increíblemente jamás lo molestó. El mismo Turco Obeid que  en los ’90 fue el gobernador menemista de la provincia de Santa Fe y que lo acompañó a Rodríguez Saa en las horas de su presidencia populista, al final del 2001.

Era de Ingeniería Química, la Facultad más combativa de la U.N.L., donde se hacían muchas de las Asambleas universitarias y actos de la izquierda, adonde íbamos todos en los años de ofensiva popular que cortó el golpe.

Para los milicos era como un territorio enemigo  finalmente ocupado por ellos. Después del 24 de marzo de 1976, ya fue imposible entrar si uno no tenía el carnet universitario que te acreditaba como estudiante de Química. Y cuando se fueron los milicos yo ya vivía en Rosario, así que a la Facultad de Química recién volví en 1999.

La Hebe hacía una jornada de denuncias de todo un día en Santa Fe, y me invitaron a participar para denunciar el caso Brusa. Primero hicimos una conferencia de Prensa con ella y otros sobrevivientes: Patricia, Stella y Anatilde. Después marchamos por el centro de Santa Fe y nos fuimos a la casa de Brusa y el Juzgado Federal. La Hebe tocó el portero eléctrico de Brusa y la atendió la mujer que se hacía la inocente, entonces la Hebe le preguntó que se siente al dormir con un torturador. A la tarde  fuimos para la Facultad de Química.

Ya ni me acordaba que el patio donde se hacían las Asambleas era un patio octogonal que tenía como tres pisos de balcones. Pero apenas entré al recinto, me pareció escuchar las voces de los compañeros, y volví a ver los mismos rostros de entonces.

Tampoco me acordaba del Turco Obeid, por lo menos al comienzo. Sí de otro compañero montonero, pero aquel era un sobreviviente de Trelew, se llamaba Haidar y lo fuimos a recibir a Química cuando se salvó de la masacre.

Se produjo un pequeño incidente porque llegó una adhesión del Turco Obeid y varios nos negamos a que se lea. Algunas compañeras sobrevivientes de la Cuarta, me dijeron que seguía siendo gorila. Pero es que yo nunca fui gorila, más bien miraba con un poco de afecto y bastante de envidia la fuerza popular del peronismo. 

Es mi turno de hablar.

Les cuento que en la noche que tuvimos que conseguir los testigos que ampliaran la acusación que habíamos presentado contra Brusa en el Consejo de la Magistratura, había hablado con el Mono Maulin por teléfono. Que el Mono me había dicho que sí. Que iba a testimoniar contra Brusa en Buenos Aires. Pero me dijo algo que me aclaró muchas dudas. El Mono dijo: voy a declarar ante el Consejo, pero esto no es un problema entre nosotros y Brusa, éste no es un problema entre nosotros y el Consejo de la Magistratura, este es un problema entre nosotros y la juventud de ahora. Si hacemos esto, lo hacemos para que la juventud sepa por que luchábamos entonces.

Y entonces algo me hizo un clic en el cerebro y entendí por qué había hecho la denuncia en el ’77, por qué me había presentado ante la Comisión de Derechos Humanos de la OEA en el ’79, por qué había firmado la querella de la Liga (51) en el ’84, por qué lo había denunciado a Brusa antes de que asuma en el ‘92 y la larga batalla por destituirlo.

-Que el tema era la memoria histórica, pero que el debate era qué cosa es la memoria histórica. Que la memoria histórica no podía limitarse a contar lo que pasó, sino que requiere  explicar por qué paso lo que pasó. Y que entonces se trataba de hablar de los sueños que movían a aquella generación: la libertad, la dignidad, la justicia social, el socialismo.

-Sí, el socialismo porque aunque cada uno pensara en algo distinto todos lo buscábamos.

-¿O no se acuerdan de aquel Vea, vea, vea;  que cosa más bonita, la juventud se une por la Patria Socialista?.

-O es que alguno se cree que nos mataron porque queríamos créditos blandos para la vivienda unifamiliar, o una rebaja en el pago del impuesto a la ganancia. No, porque luchábamos por el socialismo.

-Nuestra generación peleaba por el socialismo, aunque no lo pudiera definir certeramente. Y que no se podía compatibilizar ese modo de entender la memoria histórica con los servicios a Menem y su banda.

-Y que por eso nosotros no íbamos a compartir el homenaje a los compañeros con un tipo como el Turco Obeid...

-Que sobrevivientes había muchos, pero continuadores de la lucha no tantos.

-Y que la lucha contra Brusa la hacíamos los que seguíamos considerandonos militantes de la misma causa que defendieron los desaparecidos. Setentistas, sí, y con orgullo.

No me dijo nada, pero a la Hebe le gustó.

Cuando terminamos de comer con la gente de los derechos humanos de Santa Fe, se me acercó y me puso un brazo en el hombro.

Yo entendí el mensaje.

 


Notas 

(51) La Liga es la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, la organización de defensa de los derechos humanos más antigua e -históricamente- más cercana al proyecto político de los comunistas.

 

  

 

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