2. Los Orígenes

Tito Martín..., por José Ernesto Schulman

 

 

La primera conversación con Tito (grabador de por medio) para preparar este libro, la hicimos en la cocina de la Liga del Fútbol del Sur en julio del 93’.  Allí mate amargo de por medio y fumando sus eternos Particulares con filtro empezó a desgranar sus vivencias y anécdotas.

 

“Yo nací en Barrio Talleres el 28 de octubre de 1918, en una casa ubicada en la calle Bolivia, y formé parte de una familia de once hermanos. Mi padre era maquinista de ferrocarril y los primeros estudios en la escuela primaria los hice en la escuela 500 que estaba en el mismo barrio. Ahí cursé hasta el 5º grado. El 6º lo inicio después en la Escuela Normal de la calle Constitución, terminado el cual inicié la carrera de Maestro Normal Provincial. Después se nacionalizaron los títulos, pero en esa época era así, Maestro Provincial.

Villa Constitución era una ciudad de trabajadores, fundamentalmente una ciudad portuaria. En nuestro puerto ingresaban todos los materiales para el funcionamiento de lo que luego sería el FF.CC. Mitre, y para todos los ferrocarriles ingleses que funcionaban en el país. El origen de la ciudad tiene mucho que ver con las características geográficas de la zona: entre dos arroyos (el Pavón al Norte y el Del Medio al Sur) y recostada en las márgenes del Río Paraná que ofrece en este sector aguas profundas y altas  barrancas, lo que impulsó la creación de puertos en la región desde fines del siglo pasado. No puedo dejar de señalar que en 1861 a pocos kilómetros de aquí, en el Arroyo Pavón se produjo uno de los episodios más contradictorios de la historia nacional: las tropas del interior del país vencieron a los porteños encabezados por Mitre para que luego Urquiza y sus seguidores claudiquen definitiva e incondicionalmente frente a sus derrotados en el campo de batalla abriendo paso a la definitiva “organización  nacional” bajo la hegemonía de la oligarquía porteña.  Se podría decir que el modelo de dependencia y subordinación al capital imperialista ingles que duraría hasta bien entrada la década del 30’ tuvo su partida de nacimiento por estos lares.

Pocos años antes de mi nacimiento, en 1912, en Alcorta una localidad del Departamento Constitución (del que Villa Constitución era cabecera) se había producido una rebelión campesina contra los abusos de los terratenientes.   De esa huelga, que pasaría a la historia grande del país con el nombre de Grito de Alcorta,  nació la Federación Agraria Argentina y se conquistaron condiciones para que los chacareros venidos de Europa trabajaran  mejor la tierra y crearan con su trabajo la famosa cuenca cereleara.  Durante muchos años, el Sur santafesino fue una de las regiones con mayor distribución de la tierra en el país, y es importante tener en cuenta que el suelo de esta zona era uno de los más fértiles del mundo. ¡Cuantas veces vinieron científicos de todos lados a medir con asombro la capa de “tierra negra” o humus que tenía la tierra de por aquí!  De esa conjunción de riqueza potencial, situación geográfica y cambios sociales  se alimentó la vida de la ciudad desde su nacimiento hasta bien entrada la década del 40’.  Durante toda mi infancia y adolescencia la vida de Villa estaba ligada al resultado de las cosechas  y los vaivenes del comercio internacional de granos.  Pero Villa no era solo el puerto, también estaba el ferrocarril y la Ruta Nacional Nº 9 que la une a Rosario y Buenos Aires aunque a esta recién la  pavimentaron en 1931. 

Tengo muy buenos recuerdos de mi infancia.  Vivíamos muy cerca del río en una zona muy hermosa de la ciudad: el monte Yensen.  Nos bañábamos en el río, jugábamos al fútbol y estábamos en pleno contacto con la naturaleza. La escuela Normal era la única escuela secundaria que había en la zona y lógicamente los que no podíamos acceder a una educación universitaria íbamos a ella para salir con el titulo de Maestro Provincial.  La otra opción era ir a San Nicolás donde funcionaba una escuela de Artes y Oficios y un bachillerato nacional, pero eso ya implicaba viajar y los hijos de los trabajadores no nos podíamos esos lujos.  Ya mientras estudiaba en la escuela Normal, fueron naciendo mis primeras inquietudes, mis primeras preocupaciones por el problema social.

Se fueron produciendo en Villa Constitución serios problemas de desocupación por la disminución del trabajo portuario y sus consecuencias generalizadas en toda la vida del pueblo. En el 28’  hubo una huelga portuaria para que la Cía. Dreyfus reglamentara el sistema de trabajo “por turnos”. A medida que pasaban los años, el puerto y el ferrocarril se mostraban incapaces de dar trabajo a todos los que lo necesitaban. Era una de las expresiones de la crisis que se incubaba y estallaría con toda fuerza en el 30. Llego así a los 16 años de edad y tomo una decisión que marcaría el rumbo de toda mi vida: me afilié a la Juventud del PARTIDO COMUNISTA, y ese mismo año, con un grupo de amantes del río y de los deportes náuticos, procedimos a la fundación del CLUB NÁUTICO. Esos dos acontecimientos fueron fundamentales. Desde entonces estuve vinculado a la actividad política, gremial, social, vecinalista siempre tratando de hacerlo desde una perspectiva revolucionaria y también siempre estuve -y lo sigo estando todavía- vinculado al deporte.

En el año 36´ me recibí  en la escuela Normal Nicasio Oroño y pasé a integrar el ejército de maestros desocupados. En Villa Constitución no había muchas escuelas.  Además los únicos egresados de escuela secundaria tenían título habilitante para ejercer, así que un grupo grande, importante para lo que era Villa, de maestros no teníamos trabajo. Villa tenía por esos años cinco o seis mil habitantes y el 90% de su mano de obra estaba ocupada en el puerto.  Cuando eso empezó a fallar el pueblo entró en crisis.  Me acuerdo que la única oportunidad de trabajar era hacer changas.  Una vez fui a juntar papas al campo. Me pagaban 3 pesos por día y esas chirolas eran todos nuestros modestísimos recursos para subsistir.

En el año 1939 se produjo el nombramiento de una secretaria no docente en la Escuela Normal Oroño, lo que trajo una gran indignación entre los maestros desocupados. Se produce entonces un movimiento y fundamos -fui su primer presidente- el CENTRO DE MAESTROS SIN TRABAJO. Mi primera lucha y la primera tentativa de comprarme.  El ministro de Educación de Santa  Fe, Mantovani se llamaba, me convoca a la ciudad de Santa Fe para una entrevista.  Fui recibido con una excesiva cordialidad y sin ningún preaviso ni preparación, el Sr. Ministro me ofreció un puesto de DIRECTOR DE ESCUELA: “Yo tengo para Ud. un puesto, y usted no se imagina, Director de Escuela” me dijo con toda naturalidad. Nada menos. Antes de organizar el Centro de Maestros sin Trabajo no servía ni para tareas administrativas, y ahora me ofrecían dirigir una Escuela.  Era un intento de soborno más que evidente, por lo que le respondí que “la conciencia de un maestro no se compraba con un puesto”, con lo cual quedó terminada la entrevista, y yo seguí desocupado.

Corría el año 1937 y en la cartelera del Cine Coliseo se anunció la proyección de la película “Mussolini habla”, una burda propaganda fascista. Los comunistas, los anarquistas, los republicanos españoles, todos los antifascistas nos sentimos tocados por esta iniciativa y tomamos la decisión de realizar alguna acción conjunta para evitar  la  función. Para ese entonces, en Europa, en Italia más precisamente, se había instalado el Fascismo, así como en Alemania el nazismo.  Los fascistas querían hacer pie en la Argentina y desarrollaban toda una labor de propaganda y reclutamiento   Nosotros tomamos contacto con los anarquistas de la Fora que dirigían el sindicato de los obreros portuarios de Villa Constitución y les propusimos elaborar un Plan en común para evitar la proyección de esa película.    Hubo muchas discusiones, y muy duras; siempre, fue difícil ponerse de acuerdo con los anarquistas.  Ellos eran muy absolutos.  No admitían sugerencias y cada uno marchó por su lado con sus propias ideas.   Por nuestra parte elaboramos un plan y formamos dos grupos.  Uno de esos grupos (en el cual yo participaba) tenía la tarea de salir a la ruta, a la altura donde ahora se encuentra la Escuela de Comercio,  para cortar los cables de transmisión de energía eléctrica y dejar sin luz al cine.  El otro grupo estaba estacionado en la plaza de la ciudad y en el momento en que se cortara la luz, ellos entrarían hasta la cabina de proyección y se apoderaría de la película para poder destruirla.

Llegado el día, los compañeros del grupo en que yo participaba salimos hacia San Nicolás por la ruta.  Llevábamos una cadena con el objeto de formar un “puente” entre los cables que traían la energía eléctrica y provocar un corto circuito.  Al primer intento la cadena se enrolló en un cable sin provocar el corto.  Nos entramos a desesperar: no habíamos logrado el objetivo, habíamos perdido la única cadena que teníamos y empezábamos a temer que nunca íbamos a cortar la luz. En ese tiempo en esa zona, había muchas quintas por lo que, guiados por un compañero que conocía el lugar, nos acercamos a una de ellas y tomamos una cadena “sin permiso del dueño”. Volvimos al lugar, volvimos a tirar la cadena al aire  y pudimos cortar por fin la luz. Por supuesto  eso interrumpió la proyección de la película y dejó la sala del cine completamente a oscuras. Y ahí era el momento en que tenía que entrar el otro grupo a apoderarse de la película fascista.  Lamentablemente eso no se pudo dar porque unos segundos antes que se cortara la luz... los anarquistas tiraron bombas de estruendo adentro de la sala y la gente salió atropelladamente, presa del pánico, hacia la calle.

De cualquier modo cumplimos la misión, la propaganda fascista no  pasó impunemente. La consigna NO PASARAN levantada por “La Pasionaria” en la España Republicana  resonó en el sur santafesino.

En el mes de julio de 1936 estalló en España un motín fascista capitaneado por el General Franco que fue aprovechado por la Alemania hitlerista y la Italia fascista para intervenir militarmente en este país con el propósito de derrotar al legítimo régimen republicano. La Liga de las Naciones no tomó en este caso medida alguna capaz de poner coto a la agresión fascista y el Comité de No Intervención creado por ella, resultó un mero biombo para ocultar la agresión.  EE.UU. aplicó la ley de neutralidad con el resultado de que el gobierno legal de España no podía adquirir ninguna clase de armamentos allí. Tampoco le vendía armamentos Gran Bretaña ni Francia mientras Italia y Alemania le proporcionaban a Franco toda clase de armamentos y equipos. La única potencia que ayudó realmente al pueblo español fue la U.R.S.S. pero no fue suficiente porque muchos de sus barcos fueron hundidos en el Mediterráneo por los submarinos fascistas.  La seguridad colectiva reclamada ante la Liga de las Naciones por Livtinov y luego Mólotov fue saboteada por Inglaterra Francia y EE.UU.  La “No intervención” era solo un artilugio para no ayudar e impedir la ayuda al gobierno legitimo de España y tolerar la creciente intervención nazifacista con armas y tropas. Si en ese momento se hubiera derrotado al nazifascismo (lo cual era perfectamente posible en España) no se hubiera producido la tragedia que vino después. A los cinco meses de terminada la Guerra Civil Española estalló la 2º Guerra Mundial.

En Villa, los republicanos, los antifascistas, los demócratas organizamos una comisión de ayuda a España republicana. Como actividad permanente vendíamos bonos con lo cual recaudábamos el dinero que mensualmente entregábamos a la República por medio de la embajada de España en la Argentina. Difundíamos la prensa republicana y además realizamos una cantidad de actividades de las que recuerdo  una importante cena y baile en el  Cine Coliseo y una obra de teatro.  Funcionaba también un costurero donde se cosía y se tejían gorros para los combatientes españoles.  Es importante destacar la actividad de las mujeres que recorrían las chacras solicitando verduras y carnes para las cenas que realizábamos.

En esos años funcionaba en Villa Constitución una entidad de mucho prestigio que se llamaba ATENEO. Paulatinamente, el Ateneo se fue transformando en una organización juvenil que sostenía las reivindicaciones por el trabajo y el estudio de la juventud. El Ateneo jugó una meritoria labor en la difusión del arte, la ciencia y la cultura.  Nosotros realizábamos en esta institución una charla semanal, los días viernes, que eran muy bien aceptadas por la gente.  Aparte, internamente, se dictaban cursos de música, economía política, de dibujo y de pintura. También tenía un lugar especial el ajedrez del cual llegamos a realizar una partida simultánea con el Maestro Najdorf en el Club Social.

Estando vinculados al movimiento juvenil nacional decidimos participar en el Congreso Juvenil que se debía realizar en Buenos Aires en el año 1938 o 1939 pero cuando llegamos a la Capital el Ministro del Interior Culazziati dejo sin efecto el permiso que teníamos para el Congreso; fuimos todos detenidos y llevados a  la cárcel de Villa Devoto.

Allí pasamos 15 días y luego nos fueron dejando en libertad pero no a todos juntos ni en grupos grandes.  Recuerdo que salí de la Cárcel en la madrugada y me estaba esperando una compañera, lo cual fue muy importante para mi.  La compañera me llevó a un Comité de los radicales donde me estaban esperando compañeros de las fuerzas que nos hacían llegar su solidaridad. Esa fue la primera vez que estuve preso

Aproximadamente durante los primeros meses del 41, empiezan a percibirse los primeros efectos de la guerra mundial: se paraliza el puerto de la ciudad. En la rada del puerto quedan 40 barcos que no se animan a salir a alta mar. Preocupados por esta situación las fuerzas progresistas y democráticas de la ciudad fundamos la JUNTA DE DESOCUPADOS cuya actividad era limitada, pese a lo cual hicimos llegar nuestra solidaridad a los compañeros portuarios que en ese entonces estaban sin trabajo. La actividad principal de la JUNTA consistía en la venta de bonos al valor de 3 pesos y con el producto de la venta de los bonos se pagaba un jornal al obrero desocupado. Se realizaron de esta manera trabajos de zanjeo y de desmalezamiento de la prolongación de la calle San Martín desde 14 de Febrero hasta el Norte.

En  cuanto a  mí, desde el punto de vista del trabajo, después de esa desgraciada entrevista con el Ministro de Educación de la Provincia nunca pude trabajar como Maestro Provincial.  Solamente pude conseguir un cargo de relevo de tres días en la escuela 500 de barrio Talleres.  Pero a pesar de todo tratábamos de no quedarnos quietos.  Algunos se inclinaban por el arte.  En un lugar llamado La Mutualidad, funcionaba una escuela de dibujo y pintura a la cual concurrían Rafael Arcade, Ricardo Sívori (destacado pintor local) y otros. En ese lugar -que se encontraba donde hoy funciona A.S.I.M.R.A.- Ricardo Sivori pintó la obra “El linyera”.  Después que la había pintado, no le gustaron algunas cosas y quedo inconclusa y abandonada.  Pero poco después, lo convocaron para un salón en Rosario, Sívori reconstruyó la pintura, la presentó y fue premiada.

Fue por esa época que tuvimos nuestra primera lucha ecológica (aunque por esos años la palabra ni se conocía).   Todos sospechábamos que el agua que consumíamos era contaminada pero no lo podíamos comprobar a pesar de la gran cantidad de enfermedades gastrointestinales que se producían.   Una tarde, un grupo de jóvenes reunidos en el patio de la Farmacia Sívori, tiramos azul de metileno por un excusado y a los pocos días el agua potable empezó a salir celeste cerca de la Farmacia.  No había dudas, los pozos negros contaminaban la napa de agua potable de la ciudad.” 

 

 

  

 

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