Parte dos: Testimonios y Documentos

Tito Martín..., por José Ernesto Schulman

 

 

1. Angel Portu

Angel Portu, miembro de la Comisión Interna de Acindar desde 1972 hasta su detención el 20 de marzo de 1975. Escrito en la cárcel de Sierra Chica en 1975/76.  Publicado en Italia en 1979 por la Comisión de Solidaridad con el pueblo argentino. La presente versión está condensada y adaptada según las conversaciones con Angel Porcu  de abril de 1995

 

“Las raíces de estas luchas tienen su inicio a fines del año 1969 y principios del 70’. Entre el 26 y el 28 de diciembre del 69’, se produce la agudización de las contradicciones entre la Comisión Interna de Acindar y la Comisión Directiva de la Seccional debido a la decisión de la C.I. de presentar lista para la renovación de la C.D. en las próximas elecciones.  Había también una serie de reclamos no satisfechos por la empresa.  Ante ello se decidió realizar un corte de horas extras que fue desautorizado por la C.D. , la que  -ante el mantenimiento de la medida de fuerza- los expulsa del sindicato.  Lógicamente, la patronal los despide.

La C.I. convoca a una Asamblea de fábrica para informar lo sucedido, la que resuelve -por amplia mayoría-  hacer un paro en apoyo de la C.I. La huelga era típicamente dominguera.  Los turnos entraban normalmente y cumplían las 8 horas jugando al fútbol, a los naipes, pescando en el río, etc., cumplido el cual rotaban normalmente. A la semana se convocó a asamblea general para informar a todos que la empresa había llamado al Escuadrón de Caballería, el que se encontraba acantonado a dos kilómetros de la fábrica esperando ordenes para proceder a desalojarla. La C.I. propone el abandono de fabrica para evitar enfrentamientos y proseguir la lucha desde afuera Más o menos a los 18 días se convoca a otra Asamblea General para discutir si se continuaba o no la huelga.  Asisten más de 900 obreros de los 1.100/1.200 que trabajaban en Acindar en esos años.  Hablaron compañeros de la C.I., de la C.D. y delegados de sección. Los de la C.I. se volvieron a comprometer con la defensa de los trabajadores y pidieron apoyo.  La votación final fue de 600 a 300.  Pero a los tres o cuatro días ocurrió lo inesperado.  La patronal ofreció -vía la C.D.-  un soborno de 3 millones de pesos a cada miembro de la C.I. que renunciara a la misma.  Se realiza una reunión en el sindicato con no más de 50 compañeros cercanos a la C.I. que tras largos cabildeos resuelven aceptar la oferta. 

Inmediatamente la C.D. levanta el paro. La huelga en defensa de la C.I. había sido traicionada por ella misma. Ante esta traición, los delegados más combativos resuelven renunciar a sus cargos y algunos, incluso al trabajo. La decepción se apoderó de todos, se perdió la confianza en los dirigentes y en el sindicato. Por dos años fue difícil encontrar quien estuviera dispuesto a ser delegado; cada uno trataba de arreglar todo por su cuenta.  Para colmo, por peleas internas de la burocracia, el Secretariado Nacional encabezado por Lorenzo Miguel interviene la seccional dando un nuevo golpe a la democracia sindical y a la credibilidad del sindicato para los trabajadores.

El Cuerpo de Delegados quedó privado de los compañeros más valiosos lo que favoreció el mecanismo instalado por la Intervención: eligieron una C.I. dócil que a su vez controlaba la Junta d e Delegados. En fábrica la situación era muy difícil. La C.I. casi no tenía presencia. Los reclamos que se le hacían no tenían respuesta, si se los llamaba a una sección no venían, si se les elevaba un reclamo respondían que la patronal no lo concedería ya que no correspondía y si alguno sugería medidas de fuerza chantajeaban con que el posible despido.

 


Inicio de las luchas, de la conciencia y organización clasista

A fines de 1971 me proponen como delegado de sección.  Las cosas habían ido mejorando lentamente y se empezaba a resistir a la intervención.  En mis nuevas funciones pude ver más de cerca la corrupción existente en el sindicato así como en las primeras reuniones de delegados en que participé pude comprobar que de los 40 o 45 delegados solo 4 o 5 planteábamos reclamos salariales o laborales frente a la indiferencia de quienes preferían la acción individual para defender sus derechos. Así ocurrió que frente a un reclamo de la sección alambre por equipar su prima de producción quincenal ($ 1.500) con la de trefilados ($ 8.000) la intervención respondió que era inoportuno, los trabajadores propusieron corte de horas extras y la respuesta airada de los delegados de trefilación “que no estaban dispuestos a perder las horas extras por un reclamo inoportuno”.

Ante esta difícil situación un pequeño grupo de compañeros se organizó clandestinamente para redactar y difundir volantes de denuncia entre los compañeros. A mediados de 1972 se me invita a integrarme al grupo (autodenominado G.O.C.A. Grupo de Obreros Combativos de Acindar) que no pasaba de 10 compañeros.  Nuestro trabajo fue dando resultados positivos y para las elecciones de Delegados de Sección, existía en la fábrica predisposición para presentar candidatos de nuestro grupo en todas las secciones, incluidas las que tenían uno de la Intervención. Con el crecimiento se decide crear una nueva Agrupación, el M.R.S. Movimiento de Recuperación Sindical de funcionamiento semiclandestino que nos permitió encauzar un gran número de activistas combativos.

 


Recuperación del Cuerpo de Delegados y la C.I.

Cuando en diciembre del 1972 los interventores llegaban  a las secciones se encontraban con dos candidatos: uno de ellos y otro del M.R.S.  Incluso en algunas, había un tercer candidato de una agrupación que respondía a un sector del Secretariado Nacional (Blanco y Datteo) que había estado en la anterior C.D. Más tarde pasaron a llamarse “Agrupación Peronista Lista Azul”. Se eligieron 83 delegados y se desplazaron a los comprometidos con la intervención. Se convocó a una JUNTA DE DELGADOS  para el día 15 de enero de 1973. El MR.S se proponía desplazar a los 5 miembro de la C.I. La intervención, viendo como venía la mano, empezó una campaña diciendo que si bien era bueno que se incorporaran nuevos compañeros con nuevas ideas era necesario que quedaran algunos de los viejos para “darle continuidad a la marcha de la organización”.

Para el 14 a la noche, el M.R S. convocó a una reunión de los delegados de más confianza.  Participaron unos 35 compañeros y se hizo una caracterización de los delegados llegando a la conclusión que el M.R.S. contaba con 42, la intervención con 23 y los 18 restantes podían volcarse para uno u otro lado. La reunión eligió democráticamente los nombres que iban a proponer en la junta.   Los electos fueron ALBERTO PICCININI, PASCUAL D’ERICO, NESTOR DELMASE, RAMON ZOULO y yo, ANGEL PORCU. Luego de esto se prepararon papelitos con los nombres en cantidad suficiente para que cada uno se lo pasara al delegado de más confianza entre los indecisos y explicarles nuestra posición de cambiar a los 5 miembros de la C.I. Llegado el día 15, un rato antes de la Junta y a medida que iban llegando los compañeros y se formaban los clásicos grupitos en donde cada uno pasaba los papelitos ante la desesperación de los de la intervención que andaban buscando votos.  Al empezar la Junta, el Interventor puso como único punto del temario la elección de la C.I.  Prueba de la polaridad existente es que solo fueron propuestos 10 candidatos: 5 de cada lado.  Se pusieron los nombres en la pizarra y empezó la elección secreta.  El escrutiño reveló que nosotros sacamos 53, 52,52, 50 y 49 votos respectivamente, mientras que ellos sacaron 23, 21, 21, 19 y 17.  El cambio de C.I. se hizo en el acto y nos entregaron las llaves de la casilla en donde cumplía sus funciones la C.I. dentro de fábrica.

 

 


La lucha de a Comisión Interna contra la Patronal y por mayor Democracia Sindical


Durante la primera semana, nuestra actividad fue la de recorrer todos las secciones, llegando a estar entre 10,12 y más horas dentro de la fábrica hablando con los delegados y compañeros viendo sus problemas, escuchando propuestas, tomando nota de todo.  Así pudimos ir confeccionando los temarios por sección tratando de que los puntos reivindicativos a presentar fueran mínimos y concretos. En la primera reunión con el Jefe de Relaciones Industriales le presentamos los primeros 8 temarios.  Este se agarró la cabeza y me decía “pero ¿cómo me hacen esto, no les han dicho los otros miembros de la C.I. que no se puede discutir más de un temario por vez?” a lo que le contesté: “mire, nosotros hemos hablado con los delegados y los compañeros de las distintas secciones, ellos nos han presentado estos reclamos y como nosotros somos sus representantes se los presentamos para que Ud. nos de una fecha de discusión para cada uno de ellos”. A partir de allí, le entregábamos un temario el lunes, otro el miércoles y así hasta completar 20 pliegos. No hubo respuesta. Frente a la demora las asambleas de sección fueron resolviendo cortar las horas extras y el quite de colaboración con lo que la patronal nos llamó para plantearnos su interés en discutir los pliegos previa normalización de las secciones conflictivas. “Las secciones están trabajando normalmente” respondimos y, aunque a disgusto, se fijó la fecha para la primera reunión.  La discusión iba muy lenta. Además solo en el primer mes presentamos 42 temarios lo que hacía aumentar las secciones que se iban sumando a las medidas de fuerza.  La patronal empezó a sentir los efectos de la presión y se comenzó a tratar tres temarios por semana, lunes, miércoles y viernes con la presencia de los delegados de la sección involucrada. Cuando nos daban una respuesta favorable informábamos a los compañeros de sección en Asamblea y juntos con los compañeros discutíamos sobre la conveniencia de aceptar o no.  

En seis meses, de 42 temarios presentados habíamos discutido 24 y se habían logrado diversas conquistas. En Trefilación una garantía a la prima de producción de $ 7.000 quincenales y la recuperación del 20 % por peligrosidad en una serie de máquinas, lo mismo se había logrado para otras secciones.  Generalmente el pedido era por peligrosidad o calorías.  La empresa, obligada a admitir los hechos prefería otorgar bonificaciones para no sentar precedentes utilizables en la discusión de los convenios colectivos.   También tuvimos que hacer cumplir el convenio con los contratistas, ya que era muy normal que no pagarán los beneficios ni entregaran los elementos de seguridad que les correspondía. Un ejemplo: como los miércoles venía Acevedo de inspección, los martes a la noche se hacía una limpieza general.  Esto lo realizaba un contratista que utilizaba 30 o 40 operarios a los que pagaba $ 600 la hora mientras él cobraba a razón de $ 1.200 por cada uno de ellos.  Les pagaba por ocho horas, pero los hacía entrar a las 22.00 has. y les daba orden de esperar que él llegará a la mañana siguiente, no antes de las 8 o las 9 de la mañana. Esas horas de espera, él las cobraba como extras y no les pagaba nada a ellos.

También nos fuimos dando un plan desde la C.I. y la Junta de Delegados para exigirles la normalización a los interventores.  Hacíamos reuniones cada 15 días de la Junta con el Interventor y allí informábamos de todo lo tratado con la empresa a la vez que presionábamos por la normalización. También en Marathon había un pequeño grupo de delegados que presionaba. Pero al ser minoritario y tener una C.I. oficialista, su presión era débil. En Metcon las condiciones eran similares.   Con estos pocos compañeros de Metcon y Marathon manteníamos buenas relaciones. Los fuimos incorporando al M.R.S. y los orientábamos para crear allí también un movimiento similar al nuestro. Así pudieron desplazar un número de delgados, e incluso en Metcon, algunos miembros de la C.I.   

El interventor terminó por no participar más en nuestras reuniones so pretexto de viajes al Min. de Trabajo o a Buenos Aires.  Así fue que las reuniones de Junta eran presididas por la C.I. En ese periodo ya había salido la ley 18.610 sobre beneficios sociales que contemplaba la atención médica gratuita, cosa que en nuestra seccional no se tenía en cuenta.  El sindicato recaudaba todos los meses 100 millones en concepto de cuota sindical y Ley 18.610 y tenía un presupuesto, para todos los gastos de la seccional incluida la atención médica, de ..4 millones de pesos. De ahí que una de las reivindicaciones sociales más sentidas fuera la de una mejor atención médica, incluido el pedido nuestro de un policlínica en Villa a lo que se nos respondía que no podía ser por estar todo bajo contrato y tener la U.O.M un policlínico en Buenos Aires. Mentiras. Todos sabíamos en que se gastaban los fondos sindicales: en matones, en “visitas” a los casinos, en viajes a Madrid, etc.  

Para acentuar la presión sobre la intervención organizamos una Asamblea Relámpago frente al sindicato.  En el mes de marzo de 1973, con el turno de la mañana que salía a las 14 hs. organizamos entre 300 y 400 compañeros en 5 ómnibus, llegando sorpresivamente al Sindicato con 3 puntos claves para exigir al interventor: 1) que se fijara fecha definitiva para normalizar la seccional mediante elecciones democráticas; 2) que se construyera un policlínico en Villa Constitución y 3) que nos explicaran el destino de las cuota sindical y Ley 18.610.  Al llegar al sindicato, los cinco miembros de la C.I. entramos a la oficina de Trejo (interventor) planteándole que habíamos ido con un grupo de compañeros que querían hablar con él. Su primera reacción fue de sorpresa e intentó negarse pero terminó atendiéndonos. Como éramos un número tan grande decidimos reunirnos en un patio grande que estaba detrás del sindicato. Trejo subió arriba de un banco y empezó la asamblea. Su discurso fue del tono: “que la asamblea se había resuelto sin previa consulta, que había que respetar los organismos y canales orgánicos, etc.”  A los pocos minutos los compañeros le empezaron a preguntar por los puntos concretos del reclamo y comenzaron algunos insultos. 

Un compañero se subió al tapial y leyó declaraciones de Miguel a un diario respecto a la democracia y los beneficios sociales de la organización a lo cual agregó el compañero: “aquí no tenemos democracia, no se respetan las leyes ni los estatutos sindicales, no tenemos la asistencia social necesaria, no tenemos nada de nada y estamos cansados de mentiras y patrañas. Los trabajadores  -prosiguió el compañero- queremos que se respeten nuestros derechos y que se nos tenga en cuenta de una vez por todas.”; los gritos y los insultos arreciaron, alguno le quiso poner una mano a Trejo quien se tuvo que comprometer a viajar a Buenos Aires para plantear el tema de la normalización  e informar a su regreso en una Asamblea General. Por ese tiempo se desarrolla la campaña por el retorno de Perón y el triunfo de Cámpora lo que fue aprovechado  por Trejo para dilatar la normalización con el argumento de que “ahora asume Perón y con un par de decretos arregla todo”  

Sus argumentos surtieron efecto incluso en las filas de los activistas donde se generó una expectativa que debilitó la ofensiva que habíamos empezado.  Para fines del 73’ salió una resolución del Secretariado Nacional de normalización de todas las secciónales intervenidas incluida la nuestra. Se fija fecha aproximada entre el 22 y el 29 de enero de 1974 para que los congresos de delgados elijan la Junta Electoral con lo cual se nos generaba otro problema ya que el Cuerpo de Delegados y la C.I. caducaba en sus mandatos el 15 de enero del 74’ y todavía  -a mediados de diciembre- no había comenzado la renovación de mandatos en Acindar, aunque si en Marathon y Metcon.  Pedimos una entrevista con Trejo y este se disculpó y prometió que en los primeros días de enero se resolvía todo.   

No cumplió y volvimos al sindicato.  Nuevas disculpas y al otro día la elección de 4 delegados. Volvieron a desaparecer. Insistimos y se eligieron dos más y volvieron pretextar viajes urgentes al Min. del Trabajo para volver a interrumpir.  La maniobra era clara: dificultar la elección de delegados para que el Congreso de Delegados no pueda elegir la Junta Electoral y así postergar la normalización. Le pedimos que confirmara provisoriamente a la Junta y a la C.I. ante la empresa mediante nota que pudiéramos pegar en la pizarra. La nota se hizo pero no la firmó. Desapareció de Villa y a los 20 días nos enteramos que el Secretariado Nacional lo había destituido por negligencia y suspendidas las elecciones de C.D. hasta que llegaran los dos nuevos interventores.

 

 


Las Agrupaciones y su puja en las elecciones


Veamos como se habían agrupando las fuerzas para las elecciones frustradas.  Nuestro movimiento se reivindicaba dentro del clasismo, sin definición política y agrupábamos a compañeros de diversas fábricas y de diversas ideas políticas e ideologías. El funcionamiento se daba a tres niveles: a) como G.O.C.A  (grupo de obreros combativos de Acindar), clandestino; b) como M.R.S. (movimiento de recuperación sindical) un poco más amplio y abierto, semiclandestino; y  c) un movimiento mucho más amplio y de características legales que creamos ante las perspectivas de las elecciones a mediados del 73’ al cual, en homenaje al día del metalúrgico lo identificábamos como Movimiento Metalúrgico 7 de Setiembre /M7S9.  Funcionábamos en un local cedido por la FORA (los anarquistas). 

Allí la actividad era permanente, las reuniones eran casi a diario, se discutían, evaluaban y acordaban medidas de lucha ante la patronal, y en especial por la democracia sindical. Se mantenían relaciones con las organizaciones políticas y se organizaban charlas con viejos sindicalistas o con personalidades como RODOLFO ORTEGA PEÑA (48) , HECTOR SANDLER o algún abogado laboralista o algún medico del trabajo.    Periódicamente convocábamos a reuniones amplias.  La designación de la Lista de Candidatos hacia las elecciones de C.D. se hizo con la presencia de más de 200 compañeros.  Fueron proclamados los siete nombres y se identifico la lista como “Lista Marrón”.   

 

La “Agrupación peronista 20 de junio” estaba integrada por la C.I.  de Marathon, la C.I. de Metcon (menos un compañero que estaba con nosotros), algunos ex miembros de la C.I. de Acindar y un grupo reducido de delgados.  Estaban impulsados por los interventores y respaldados por Miguel.  Sus reuniones las hacían directamente en el sindicato.   

También estaba la Agrupación Peronista Lista Azul que contaba con algunos ex miembros de la C.D. del 69/70 y estaba impulsada por Blanco y Datteo con el visto bueno de la patronal que llegó hasta a trasladar activistas de esa lista desde Rosario y les donó (lo constatamos por documentaciones de Contaduría) un millón de pesos para alquilar un local y funcioar.  Para fines del 73’ ingresaron a fabrica dos provocadores de los servicios de inteligencia que Acindar los ubicó en Mantenimiento de Grúas donde trabajaban en un turno especial de 8 a 16 para tener contacto con los dos turnos y moverse por toda la fabrica. Llegaron como “becados” de la Universidad de Buenos Aires pero al poco tiempo mostraban un carnet especial firmado por Lorenzo Miguel y hacían campaña contra la marrón. Los compañeros de sección los repudiaban y denunciaban en todos lados como botones.

El repudio se fue generalizando y en varias oportunidades se llegaron a parar las secciones vecinas exigiendo que se fueran, cosa que se logro durante los conflictos venideros.  La lucha se desarrollaba permanentemente, las mentiras y maniobras de la intervención y la patronal no tenían tregua.  Los volantes eran a diario, las pintadas no faltaban y  las asambleas de sección o turno completo se realizaban cada vez  que fuera necesario.

Poco antes que se fuera Trejo, los de la lista Azul anunciaron con parlantes por toda la ciudad que vendrían Blanco y Datteo a su local para dar pautas de la normalización.  Nos invitaron y fuimos.  Sólo había 6 compañeros.  Esperamos más de media hora y previendo que algo raro ocurría nos fuimos al Sindicato.  Blanco estaba reunido con la Agrupación Peronista 20 de Junio.  Le pedimos a Trejo una entrevista con él.  Nos hicieron esperar más de una hora en el salón de actos. Nosotros éramos sesenta compañeros pero la custodia de Blanco eran 14, aparte de los dos que quedaron en el auto con Itaka y ametralladora a la vista, cada uno de ellos con la clásica “carterita” bajo el brazo.  Nos rodearon y Blanco empezó a explicar que iba a haber normalización, que sería “democrática” y que ellos como peronistas iban a apoyar a una agrupación peronista.  Finalizada la entrevista, volvimos a nuestro local y nos enteramos que la lista Azul desalojaba el suyo ante la falluteada de Blanco.  Se desintegraron poco después.

 

 


Traición y renuncia de un miembro de la C.I.


A fines del 73’ Ramón Zoulo renunció a la C.I.  Había sido uno de los primeros que se integró al G.O.C.A. y se caracterizaba por su empuje y combatividad. Se había ganado el respeto y confianza de sus compañeros de sección y de todos los que le conocían. Por ello justamente había sido elegido miembro de la C.I. Lamentablemente en la práctica fue asumiendo la clásica posición del que lucha para acomodarse y sacar beneficios personales, y no del que lo hace en pro de la clase. Me llamaba mucho la atención algo que decía ¿en broma? “que lindo tener la derecha libre” haciendo referencia a los que tenían acceso a los fondos sindicales.  También su exagerada aspiración a ser secretario general que quedo evidenciada cuando propusimos al Toro Acuña como posible candidato a secretario general del gremio.  Allí fue cuando dejó de concurrir al local de la Marrón y empezó a ir al Sindicato dedicando horas y horas a charlar con Trejo, hasta el colmo de participar en reuniones de la 20 de Junio aunque se le inquirió sobre el tema dijo que era “para enterarse de lo que hablaban”.   

Al poco tiempo leemos en el diario que habían elegido la presidencia de la 20 de junio y Zoulo figuraba allí.  Convocamos a una Junta de Delegados para hacerlo renunciar, pero cometimos el error de no prepararla convenientemente y la división de los delegados dado que había muchos que le tenían mucho respeto y no estaban totalmente al tanto de lo ocurrido.   Se votó y perdimos por un voto (unos 5 delegados se abstuvieron) así que Zoulo seguía siendo miembro de la C.I. pero él comenzó a concurrir cada vez menos  a fabrica.  Se pasaba la mayor parte en el sindicato y viajaba con Trejo a Buenos Aires.  Su ausencia se hizo notar y el mismo Cuerpo de Delegados lo obligó a renunciar.  Al poco tiempo, en su propia sección, le pidieron que dejara de ser su delegado.

 

 


Huelga y repudio a la nueva intervención


A principios de febrero de 1974, después de la ida de Trejo y de estar suspendidas las elecciones, llegaron los nuevos interventores “normalizadores” Fernández y Oddone. Eran dos clásicos matones con aires de llevarse todo por delante, prepotentes y cínicos.  Desde su arribo permanecieron 4 días encerrados en el sindicato reunidos con la 20 de junio.  Le pedimos una entrevista, nos dijeron que venían a normalizar pero “que necesitarían un periodo para ponerse al tanto de las condiciones y problemas de la seccional”. Les propusimos ayudarles designando a dos compañeros de cada cuerpo de delegados”.  Propuesta que fue rechazada de plano.   Piccinini y Delmasse salieron de vacaciones.  Quedamos solo D’Errico y yo para atender a los compañeros de mantenimiento y de las contratistas que hacían las reparaciones generales. A fines de febrero salimos nosotros y regresaron Piccinini y Delmasse.   

El 7 de marzo a la mañana, los interventores, un delegado y un personaje tenebroso  -Ranure-  que trabajaba en Acindar y era agente de la Triple A, entraron a fabrica proclamando sección por sección que eran los normalizadores, que eran peronistas, que en las próximas semanas habría elección de delegados y advirtiendo que entre los delegados y la C.I. “había comunistas, y que era deber de todo peronista, votar peronista”. La reacción no fue la esperada por ellos.  Comenzaron a insultarlos y amenazarlos.  Un grupo fue a avisar a Piccinini y Delmasse quienes rodeados de otros delegados les exigieron explicaciones.  La discusión fue subiendo de tono.  Pronto había no menos de 300 compañeros que los insultaban, e incluso algunos querían pegarles. Los valientes interventores y sus compañeros se fugaron y regresaron al sindicato.  Ese mismo día, la patronal llamó a dos compañeros de la C.I. para informarles que los cuatro integrantes de la C.I. y los 7 delegados que habían participado en la discusión estaban separados del sindicato y que por lo tanto no nos reconocerían más. Piccinini y Delmasse, ni bien salieron de la oficina convocaron a todos los delegados que se encontraban en la fábrica con los cuales acordaron llamar a Asamblea General para las 14 hs. con los dos turnos mientras nos mandaban a llamar de urgencia. La Asamblea resolvió declarar una huelga general con toma de fábrica en demanda de los siguientes puntos:

- la restitución en el gremio, respetando los respectivos cargos, de los 4 miembros de la C.I. y de los 7 delegados.

- que los interventores fijaran una fecha concreta para la normalización

- que fuesen elegidos 6 colaboradores (2 por cada cuerpo de delegados) para trabajar en la normalización junto a los interventores

- pago de los días perdidos

 

Bajo estos puntos comenzó la huelga. Los portones fueron inmediatamente cerrados y controlados por piquetes obreros. Al personal jerárquico no se le permitió abandonar la fábrica y se le mantuvo encerrado en las oficinas de Relaciones Industriales.  Las calles internas fueron obstaculizadas para que no circularan vehículos.  Más tarde se formaron nuevos piquetes para se turnaran y rondaran por todos los portones.  Cuando apareció el riesgo de la intervención policial se utilizaron vagones del ferrocarril a los que se cruzo en las calles donde había cruces de vías.  También se construyeron -con las bandejas de madera-  barricadas con tanques de gas oil preparado todo para empapar las bandejas y  prenderle fuego. 

Esa noche, con la entrada del tercer turno, se realizó una nueva Asamblea General donde se resolvió que todos los turnos permanezcan dentro de fábrica.  Cuando entró el cuarto turno, a las seis de la mañana, también se quedaron adentro.  Se formaron comisiones para pedir la solidaridad a las demás fábricas y a todo el pueblo.  Ese mismo día a las 22.00 hs. se fue a Marathon, y como la C.I. se negó a llamar a Asamblea, se la impulsó por medios de los delegados y activistas de la Marrón. La asamblea no solo repudió a los interventores, sino también a su C.I.  a la que reemplazaron por otros 5 compañeros. Además se plegaron inmediatamente al paro, sumándole al petitorio de Acindar un quinto punto reclamando el reconocimiento de la nueva C.I. elegida en Asamblea.  Metcon continuaba de vacaciones. 

El día siguiente, 8 de marzo, las comisiones fueron a recorrer la zona y lograron el siguiente resultado: Paro en textiles, ferroviarios, bancarios, portuarios, Centro de Comercio (que sólo abrían dos horas, de 10 a 12 hs., para abastecer al pueblo). Se formó una comisión coordinadora que se instaló en el local de la Marrón. Los compañeros salían en autos o chatas a recorrer las chacras, los comercios, las carnicerías recolectando comestibles y donaciones.  Empezaron a llegar delegaciones solidarias de todo el país que llegaban para traer su apoyo, especialmente de las agrupaciones combativas, organizaciones políticas, culturales, etc.  Se organizó un control de entrada y salida de la fábrica.  Se usaba el sello del M7S para habilitar tarjetas de circulación donde constaba el nombre y hora de salida del compañero que lo requería para atender problemas personales o familiares.  Al regresar devolvía la tarjeta y se le controlaban las horas de ausencia.

En la entrada de personal se construyó un palco y un equipo de compañeros llamaba con un megáfono a quienes les traían comida o venían a hablar con ellos.  Los familiares se acercaron tanto que llegaban a participar en las Asambleas (tejido de por medio).  Más tarde se formó una importante COMISION DE MUJERES en apoyo a los huelguistas y la Marrón, que jugó un gran papel en las tareas de la solidaridad. Recibíamos muchos aportes de todos los sectores, y eso dio lugar al primer acto de terrorismo por parte de los fachos. Fue contra una mueblería (49) y fue a consecuencia de un error nuestro ya que en una asamblea informamos sobre la donación recibida de parte de dicho comercio. De ahí en más no informamos más públicamente sobre las donaciones. La masividad y repercusión del paro fue un duro golpe para los interventores que al no esperar tal respuesta se vieron obligados a entrar en las negociaciones. 

El Ministerio del Trabajo actuó como mediador entre la intervención y la C.I. Se llegó a un acuerdo por el cual se levantaría la sanción, se reconocería a la C.I. y a los 7 delegados así como también a la elegida por la Asamblea de Marathon y una nueva entrevista para el 11 de marzo a las 10 hs para acordar sobre los colaboradores y la fecha de las elecciones. A cambio de esto, había que normalizar las actividades. Convocamos a asamblea en las dos fábricas, el acuerdo se aprobó pero se decidió que la huelga se levantaba provisoriamente hasta el día 11 a las 14 hs., donde se convocaría a una nueva Asamblea para analizar los acuerdos de dicha reunión. Con la patronal se acordó el pago del 50% de los jornales caídos y reanudar las tareas a partir de las 6 de la mañana del domingo 10 de marzo.  Al levantarse la huelga y desalojar la fábrica realizamos una manifestación de 3 km. hasta el centro de Villa Constitución, finalizando en un acto público en la Plaza Central que contó con más de 8.000 participantes entre obreros y pobladores.  Ni bien abandonamos la fábrica, ésta fue ocupada por la Policía  Federal, que instaló 40 efectivos con dos carros de asalto en el barrio del personal jerárquico.  Las actividades se reanudaron normalmente y el lunes 11, como estaba acordado, fuimos al Sindicato para la reunión pautada.  Participamos los 4 miembros de la C.I. de Acindar, los 5 de Marathon y los 7 delegados de Acindar sancionados.  Los interventores nos recibieron fríamente y nos dijeron que estaban dispuestos a cumplir el acuerdo pero que la “normalización” la harían cuando “estuviesen dadas las condiciones”.  Después de una breve discusión, nos levantamos y fuimos a la Asamblea que por unanimidad resolvió volver a declarar la huelga con toma de fábrica por los siguientes puntos:

- declarar personas no gratas a Fernández y Oddone, requiriendo la designación de nuevos normalizadores;

- designar 6 colaboradores, dos por fábrica, para que trabajen con ellos en la normalización;definir la fecha concreta de la normalización de la seccional;

- ratificar el reconocimiento de los 11 delegados sancionados y la nueva C.I. de Marathon; 

- el pago de los jornales caídos

 

La huelga y la toma se efectivizó de inmediato.  Los piquetes volvieron a tomar el control de los portones, se volvió a meter el personal jerárquico en las oficinas de Relaciones Industriales, custodiados por un piquete de obreros y en calidad de rehenes.  La Policía Federal seguía acantonada en el barrio del personal jerárquico por lo cual se volvieron a taponar las calles internas con los vagones de trenes, las barricadas y los tanques de nafta.  Los piquetes eran más numerosos y mejor organizados que en los días anteriores: todos estaban armados con pedazos de hierro y boleadoras hechas con alambres y tuercas.  

En Marathon la huelga fue de características similares.  Se volvieron a formar las comisiones para pedir solidaridad. La zona se paralizó nuevamente, plegándose Metcon que volvía de las vacaciones. El sector de empleados de Acindar, si bien no participaba activamente como los obreros, se adhirió también.    Al segundo día llegamos a un acuerdo con los rehenes para que pudieran disponer de tiempo libre, formando dos grupos que se relevaban cada 12 horas logrando que los que estuvieran afuera en el momento de la toma, tuvieran que entrar y cumplir su turno como rehén.  Las negociaciones estaban trabadas y las perspectivas no eran de corto plazo.  Los compañeros propusieron hacer una rotación: que salga un turno por ocho horas, permaneciendo siempre tres turnos dentro de fábrica.  Luego de ser aprobado por la Asamblea se lo puso en práctica y tuvo buenos resultados ya que algunos compañeros que no venían participando, se fueron integrando junto con los turnos que retornaban después de las 8 horas de descanso.   

La solidaridad fue en constante aumento, al paro se sumaron incluso las estaciones de servicio que solo despachaban nafta a los compañeros que presentaban una credencial del Movimiento 7 de Setiembre, con lo cual las comisiones de solidaridad no perdían movilidad. Por su parte los fachos llevaban toda una campaña de intimidación a través de volantes y actos terroristas como es el caso de las bombas que destrozaron las casas de un abogado (asesor de la Marrón) y de un compañero de Marathon que había propuesto en la 1º Asamblea la destitución de la C.I. traidora; otra fue colocada en los surtidores de una estación de servicio, y una más en el mismo sindicato; esta última con el claro propósito de hacer recaer las sospechas sobre nosotros, pero no pudieron engañar a nadie ya que los mismos vecinos del sindicato identificaron a Ranure como el autor del atentado.  

El sábado 16 por la mañana llegaron 2 representantes del Ministerio de Trabajo para acordar las pautas de la normalización. Nos reunimos las tres C.I. con los representantes de Otero y llegamos a los siguientes acuerdos:econocer a los 11 sancionados y a la nueva C.I. de Maratón

- reemplazar a Fernández y Oddone por nuevos normalizadotes

- designar a los colaboradores  (elegidos por fábrica y luego incluidos sus nombres en las actas) en las tareas de la normalización

- elecciones democráticas y entrega de la seccional a la nueva C.D. en un plazo de 120 días

 

Con la Patronal acordamos el pago del 50% de los jornales caídos Antes de firmarlo, el acta fue leída y aprobada por la Asamblea. Al desalojar la fábrica realizamos una nueva manifestación hasta Villa Constitución y culminamos con un acto público en la plaza central.

 

 


Dilatación y cumplimiento del acta


Pasó la primera semana, las fábricas estaban trabajando normalmente, pero del cumplimiento del acta por parte del Ministerio no recibimos la más mínima novedad.  Fernández y Oddone seguían en el sindicato por lo que nosotros no podíamos ir.  Al no haber novedades los 6 compañeros nombrados colaboradores mandaron telegramas exigiendo el cumplimiento del acta al Ministerio, a la U.O.M., a Asociaciones Profesionales. Dada la trascendencia de nuestro triunfo, recibíamos numerosas invitaciones a participar en numerosos actos.  De una de esas giras, al volver Piccinini y D’Errico de Buenos Aires, trajeron la propuesta de realizar un plenario de gremios y agrupaciones combativas clasistas con la participación de algunas organizaciones políticas. Acordamos con el plenario pero no con la coordinadora dado que la mayoría de los que participarían no tenían demasiada fuerza (salvo Villa y Córdoba) para que ésta sea realmente representativa. El plenario lo propagandizamos en general, es decir que cometimos el error de no hacer un buen trabajo de esclarecimiento en las secciones lo que motivó que fueran 500 o 600 metalúrgicos de los 6000 o 7000 que había en la seccional.  En total al Plenario fueron unas 5.000 personas, siendo una buena parte estudiantes. Las delegaciones obreras fueron de distintas partes del país y los principales oradores fueron ALBERTO PICCININI, AGUSTIN TOSCO Y RENE SALAMANCA. 

 

El plenario, salvo la actitud de un pequeño grupo que insistió impulsar la formación de la coordinadora, se desenvolvió en forma favorable a pesar de la campaña de intimidación, tergiversación y difamación sobre los fines del mismo que la burocracia desplegó antes, durante y después del plenario.  Inútil, los hechos demostraron que el PLENARIO DEL 20 DE ABRIL DE 1974 fue un alto ejemplo de la solidaridad popular con la lucha de Villa Constitución. (50)

Pasado más de un mes desde la firma del acta, resolvimos realizar un Congreso de Delegados fuera del sindicato para lo que alquilamos el cine San Martín el cual resolvió convocar a una ASAMBLEA GENERAL para tratar la demora del cumplimiento del acta la que se realizaría sin paralizar la fábrica en un galpón prestado. Concurrieron más de 3.000 compañeros.  Se lo criticó duramente al Ministro Otero, un compañero de Marathon incorporó que “ante el constante alza del costo de la vida, se demandará un pedido de $ 50.000” lo que fue cuestionado por la C.I. de Metcon pero apoyado por la asamblea la que finalmente resolvió:

- que los colaboradores cursaran nuevos telegramas

- pedido de $ 50.000 de aumento salarial

- que pasados 15 días sin respuesta favorable, un Congreso de Delegados organizara nuevas medidas de lucha               

 

A los 15 días, el Congreso de Delegados decretó un corte de horas extras y trabajo a reglamento en todas las fábricas  efectivizado en forma inmediata lo que redujo un 40% de la producción .  Al 2º día la empresa pide una reunión para tratar el aumento salarial y la U.O.M. nacional cita a los 6 colaboradores para hablar sobre la normalización.  Suspendimos las medidas de fuerza y comenzaron las negociaciones.    Acindar y Marathon ofrecieron un aumento escalonado de 40 a 150 pesos por hora según las categorías y el 100% en la prima de producción.  Metcon resolvió por iniciativa propia un aumento de 80$ por hora (a pesar de la oposición de la C.I.). 

La U.O.M. nacional propuso reemplazar los interventores en 5 días.    Durante los siguientes 10 a 15 días continuamos las negociaciones con Acindar y Marathon ante quienes rechazamos la forma de aplicación del aumento (que aumentaba las diferencias salariales) y reclamamos $ 40.000 para todos por igual.  Ante sus negativas y la demora en reemplazar a los interventores volvimos al corte de horas extras aunque sin Metcon que dijo haber llegado a acuerdo con su patronal y estaba dispuesta a esperar un poco más por los interventores.  La Municipalidad so pretexto de no poder “garantizar la seguridad pública” clausuró el cine donde realizábamos los congresos de delegados.   El corte de horas extras lo mantuvimos casi una semana y se levanto con la llegada de los nuevos interventores y el reinicio de las negociaciones con las empresas que nos contrapropusieron $ 70 por hora para todos igual, aumento del 100% en la prima de producción y $ 40.000 de aumento mensual para los empleados.  Marathon lo aceptó, Acindar lo dio por propia voluntad en Rosario, pero nosotros no lo aceptamos dado que no se lograba un aumento equitativo y reanudamos las negociaciones. 

Los nuevos interventores continuaban dilatando el preparativo para las elecciones.  A los colaboradores electos los reconocieron pero les hacían limpiar y ordenar todo el archivo, los mandaban al Ministerio o al propio secretariado nacional, pero de fechas concretas no se hablaba.  En dos o tres oportunidades llamamos la atención a los colaboradores quienes inconscientemente perdían de vista concretar las elecciones y no percibían que los normalizadores tenían un plan político para debilitarnos: impidieron el uso del local para la 20 de junio con su consecuente desintegración, firmaron un contrato que deparó mejor atención médica a los compañeros, dotaron a la seccional de una ambulancia para casos de emergencia.   Todo para dilatar al infinito las elecciones.  

Ante la prolongación de la situación, una vez más decretamos el corte de las horas extras y el trabajo a reglamento hasta que no se lograra un aumento general de $ 40.000 y fecha concreta de las elecciones. Mientras tanto se concretó un nuevo hecho terrorista: el 1º de agosto de 1974 pusieron dos poderosas bombas que derrumbaron todo el local de La Marrón y de casualidad no asesinaron a un matrimonio con 5 hijos que dormía en una habitación pegada al local.   Ante este brutal atentado se paralizaron las fábricas y se realizó un acto público en la Plaza de Villa Constitución, repudiando enérgicamente a sus autores.

A fines de septiembre llegamos a un acuerdo con la empresa: revisarían los topes de producción para garantizar no menos de $ 37.000 de prima para todos mientras los interventores fijaron la fecha para la convocatoria a un Congreso donde se elegiría la Junta Electoral, lo que permitiría que en unos 40 días se cumpliría el acta del 16/3.  Ante las inminentes elecciones se formó una nueva agrupación de oposición a la Marrón formada por algunos miembros de las dos agrupaciones desintegradas y algunos otros que se identificaron como “Agrupación Peronista Tercera Posición”. 

Las elecciones se realizaron entre el 25 y 29 de noviembre de 1974.  Se desató la algarabía en las fábricas, especialmente en Acindar en donde no había pared que quedara sin pintar por la Marrón.  En toda Villa Constitución y pueblos cercanos sucedía algo similar: las  calles y fábricas inundadas de volantes, el local de la Marrón derruido y en reparaciones, funcionaba a pleno.  La semana de las elecciones Villa pasó a ser una ciudad en permanente tensión. Llegaron los “pumas” para reforzar el patrullaje policial y la custodia del sindicato. No obstante el clima de “guerra” las elecciones se desarrollaron normalmente y la Marrón (51) ganó con más de 2.600 votos contra 1.300 de la Lista Rosa.  Finalizado el escrutiño estalló la alegría y la fiesta popular por el triunfo obtenido.  En todo el país se habló del triunfo pero ningún lugar con más emoción que el local destrozado por los fachos, donde más de una lagrima se escapó entre los abrazos y las risas.

 

 

 
Cuatro meses de democracia y después la represión


Al hacerse cargo de la Seccional, nuestra C.D. se dio un plan de trabajo para consolidar el gremio y a la vez logra la unidad obrera local mediante la formación de la C.G.T. regional.   Se realizaron una serie de entrevistas con el secretariado nacional donde planteamos la mejora de la asistencia social, la construcción de un policlínico para el cual habíamos conseguido un terreno donado, la necesidad de renovar el contrato con la compañía que nos daba atención médica. 

En el terreno laboral fuimos designando compañeros por cada fábrica para elaborar un anteproyecto para las próximas paritarias, el que fue discutido en un Congreso de Delegados y difundido en las fábricas, enviado una copia a la U.O.M. nacional y enviado a los sindicatos y agrupaciones clasistas y combativas en diversos puntos del país, quienes la discutieron y difundieron ampliamente.  En relación con los demás sindicatos se había logrado formar la C.G.T. con la participación de los principales gremios tales como Ferroviarios, La Fraternidad, Portuarios, Municipales, Textiles, Aceiteros, Empleados de Comercio, Bancarios y Maestros. Esta C.G.T. de reciente formación mantenía un funcionamiento bastante dinámico con reuniones semanales y planes de trabajo como ser:

- poner nuevamente en funcionamiento el matadero municipal (había sido cerrado y traían la carne desde otras ciudades)

- construcción a mediano plazo de un campo de esparcimiento, deportivo y recreativo sobre las Riberas del Paraná

- plan de viviendas a largo plazo mediante la construcción de un barrio obrero

 

Mientras tanto se continuaba presionando para que la C.G.T. local fuera reconocida por la C.G.T. nacional la que no estaba predispuesta a ello por el hecho de que la hegemonía en la C.G.T. local estaba en manos de la seccional de la U.O.M., y el reconocimiento redundaría en el fortalecimiento del sindicalismo combativo. 

Frente al constante alza de los precios debido a la inflación, y la consecuente pérdida del poder adquisitivo, los salarios estaban muy por debajo de las necesidades quienes nos transmitían sus reclamos. Ante esta situación la C.D. convocó a un Congreso de Delegados donde se analizaron y debatieron las inquietudes y necesidades concretas. Allí se resolvió un pedido de 100 mil pesos de aumento y que el Congreso pasara a cuarto intermedio durante quince días dando así tiempo suficiente a la C.D. para que efectuara el pedido a las empresas y luego, al reanudarse el Congreso, se vería.  En los días posteriores comenzaron las discusiones. La situación era la siguiente: Metcon estaba dispuesta a un aumento de $ 80.000 pesos,  Villber había hecho un ofrecimiento de $ 50.000; varios contratistas estaban dispuestos a aumentar de 40 a 50 mil pesos por lo que se pensaba en promover una reunión de todos ellos para que unifiquen la propuesta; en cuanto a Acindar y Marathon tenían una oferta de aumentar $ 70.000 pesos por arriba de lo dispuesto por el gobierno.  Frente a estas propuestas convocamos a una Junta de Delegados para el 20 de marzo de 1975 para tratarlas. 

Los días previos los diarios anunciaban que “el Ministerio del Interior estaría al tanto de un complot subversivo que se estaría orquestando en las Riberas del Río Paraná con epicentro en Villa Constitución”. Con estas mismas falsas argumentaciones el día 20 de marzo de 1975 a las 5 horas de la madrugada se montó un gigantesco operativo integrado por fuerzas policiales y militares desatando una cruenta represión con violación y allanamiento del sindicato y pinzas de control en las principales rutas y fábricas. Muchos delegados y activistas fueron detenidos en el allanamiento a sus domicilios otros en las pinzas y otros -entre ellos los miembros de la Comisión Directiva- al llegar al sindicato que estaba copado por los policías y militares.  El número de detenidos, en su mayoría de Acindar, fue de aproximadamente 180 compañeros, entre los cuales estaban los miembros de la Comisión Directiva, de la C.I., delegados y activistas de las diversas fábricas. 

 

Yo en particular fui detenido en un control caminero mientras me dirigía a cumplir mis tareas en fábrica; me llevaron a la brigada de investigaciones de San Nicolás donde fui torturado con picana y trasladado a la cárcel de allí.  Más tarde lo hicieron a la de Sierra Chica.  Al conocerse nuestra detención en las fábricas se declararon inmediatamente en huelga demandando: 1) nuestra libertad; 2) la devolución del sindicato a sus legítimos representantes; 3) cese de la represión y 4) aumento salarial.  La huelga fue apoyada por toda la población de Villa Constitución y zonas aledañas y se mantendría por nada menos que 59 días.  Las masas se organizaron bajo la dirección del COMITE DE LUCHA  que estaba integrado por LUIS ANGEL SEGOVIA, único miembro de la C.D. que pudo zafar de las garras de la policía y el ejercito escapando a su persecución por cuatro meses, un grupo de delegados y activistas de fábrica y el apoyo y la colaboración de los partidos políticos.  Periódicamente se realizaban asambleas en donde se informaba de la marcha del conflicto, se repartían volantes y boletines de huelga, se recolectaban fondos, etc. A medida que pasaban los días, iban llegando adhesiones d e todo el país: Olivetti, Martín Amato, Rigolleau, Primicia, diario Clarín, PASA, Propulsora, etc. que llenaba de alegría y aliento a los compañeros para continuar la lucha. 

 

Después del desalojo de las fábricas, las asambleas informativas se realizaban barrio por barrio, y cuando era necesario se convocaba a Asamblea General.  Algunas de ellas  -como la del 22 de abril en la Plaza Central-  fueron duramente reprimidas.  En ella participaron 12.000 personas y la policía atacó duramente para impedir su realización generalizándose un desigual combate callejero durante cuatro horas por toda la ciudad con el saldo de un compañero muerto, un obrero de apellido García, numerosos detenidos y un gran número de heridos. La lucha se prolongó durante 59 días y constituyó una de las luchas más heroicas y valiosas de esos años aunque no se lograran los objetivos señalados. La patronal dio un aumento de salarios de $ 100.000 pero despidió nada menos que a 800 obreros en represalia. La represión se mantuvo y aumentó a partir del golpe militar del 24 de marzo de 1976, con la persecución, secuestro, tortura y asesinato de los delegados, activistas y pobladores entre ellos los delegados y obreros PALACIOS, RUESCAS, TUMBETA, ANDINO, GARCIA, LOBATTI, CABOSSI, MOSQUERA, RECHES, etc.

        

 


Notas

(48) El diputado Rodolfo Ortega Peña fue asesinado por la Triple A el 31 de julio de 1974. Perón había muerto el 1º de julio y en los dos meses siguientes se desató una orgía terrorífica por parte de las fuerzas parapoliciales.

(49) El comerciante se apellidaba Voltiera. La agrupación 20 de Junio, vinculada a la Azul /Oficialista lo acusa en un volante de "financiar el movimiento huelguístico"

(50) En su intervención, Agustín Tosco hizo una valoración del Plenario: "Por eso compañeros, esto es un acto memorable, es un acto memorable porque además de las gloriosas tomas del 7 y del 11 de marzo, viene a demostrar que hay un sentimiento y una conciencia nacional traducida en una solidaridad efectiva para derrotar a la burocracia" y más adelante decía: "Aquí hemos hecho un acto de unidad, se ha escuchado hablar a compañeros de distintas tendencias partidarias; evidentemente aquí hay peronistas, hay radicales, hay socialistas y comunistas, hay independientes. Pero aquí estamos como clase obrera con el pensamiento particular que corresponda, pero por sobre todas las cosas siguiendo la tradición histórica de nuestra clase. Todos, peronistas, radicales, socialistas, comunistas, estamos unidos para defender a la clase obrera que es nuestra clase, que es aquella que va a reivindicar los más grandes derechos de la sociedad y la humanidad" y completaba su enfoque planteando: "nosotros creemos y respetamos, y creemos que es una obligación el partidismo de cada uno pero en esta patriada, contra un enemigo tremendo va nuestra solidaridad de clase y debe irse fomentando nuevamente, impulsando nuevamente la solidaridad con el pueblo de Villa Constitución" (de La lucha por ... pag.32).

(51) El programa de la Marrón del 74' se inserta en la página 97.

 

 

 

  

 

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