Martín, Juan

Legajo Conadep Nº 440 

 

Breve Historia del SIC
(Servicio de Información Confidencial)


La Provincia de Tucumán es una de las zonas de pobreza endémica del noroeste argentino. Provincia con una alta tasa de densidad demográfica, la mayor parte de la actividad económica gira en torno a la caña de azúcar y su elaboración, con ocupación temporaria de mano de obra.

En esta bolsa de pobreza, los integrantes de la Policía Provincial son reclutados, en su inmensa mayoría, entre las capas más humildes de la población. Aún hasta 1978, los integrantes subalternos del personal del campo de concentración vivían en los barrios periféricos o en localidades del interior de la provincia.

En general, el personal subalterno de este campo de concentración carecía de una formación política y tenía una escasa información general sobre los hechos públicos. Era gente dura, leal a sus jefes, capaz de acciones represivas ilegales, probados en las torturas y secuestros de opositores políticos.

La mayoría de los oficiales, en cambio, tiene una historia anterior de represión política en la Policía, sobre todo entre 1966 y 1973, durante la dictadura militar de Onganía-Levingston-Lanusse. En ese período operaban desde la tristemente célebre Brigada de Investigaciones.

Con el triunfo popular del 11 de marzo de 1973, los miembros de este grupo se disgregaron: algunos, como Albornoz y Calderón, marcharon fuera de la provincia. Otros cumplieron tareas diferentes dentro de la misma repartición.

En 1974 comenzaron a reagruparse, llevando adelante algunas acciones de represión ilegal, bajo control y dirección de los mandos jerárquicos del Ejército, simultáneas a las que en otras zonas de la Argentina llevaron a cabo la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) y el Comando Libertadores de América.

En 1975 se creó el SIC, teniendo como base principal a este grupo de oficiales de la policía, bajo el mando del Inspector General MARCOS FIDENCIO HIDALGO, y del Inspector Mayor ROBERTO HERIBERTO ALBORNOZ, conocido por su apodo de “El Tuerto”. 

El SIC, desde el punto de vista de cadena orgánica de mandos, estaba bajo control y supervisión de la V Brigada de Infantería. El primer oficial designado a tales efectos fue el teniente primero Lazarte, que luego fue sucedido por el Teniente primero Félix González Naya, posiblemente, desde abril de 1976 hasta mayo de 1977.

Provisoriamente, en ese cargo, y hasta fines de 1977, se desempeñó también el Teniente Luis Ocaranza, del Regimiento 19 de Infantería. Pese a que el SIC es disuelto en diciembre de 1977, continuó la supervisión militar del D-2, que ejerció desde esa fecha hasta fines de 1978 el teniente primero Mario Miguel D’Ursi.

¿Qué son los integrantes del Servicio de Información Confidencial (SIC)? ¿Son asesinos burocráticos, máquinas de matar y reprimir programadas? ¿O son los defensores de la sociedad “occidental y cristiana” de las proclamas militares?

Son todo eso a la vez, pero además ven en el terrorismo de Estado el instrumento principal para el enriquecimiento personal, a través de la corrupción económica y el botín de guerra, así como vía para el ascenso en su carrera policial.

Veamos someramente el currículo de algunos de los miembros del Servicio de Información Confidencial.


Inspector General ROBERTO HERIBERTO ALBORNOZ.

Nació en La Banda del Río Salí, suburbio pobre de la ciudad de Tucumán hace unos 57 años. Hijo de un oficial de la Policía Provincial. Realizó toda su carrera en la repartición. Tuvo destinos en el interior de la provincia, y en la década del 60 fue trasladado a la Sección Robos y Hurtos, de la Brigada de Investigaciones, donde se relacionó con el grupo de oficiales de la Policía –Tamagnini, Hidalgo, Sirnio, Bordón, etc.- que pocos años después son destinados a la tarea de represión política de opositores populares. Esa década se caracteriza por la inestabilidad política: hay cinco cambios en la presidencia de la República, y dos golpes de Estado triunfantes. En la época de la dictadura militar de Onganía-Levingston-Lanusse (1966-1973), Albornoz se destacó en la represión política, especialmente como torturador. Sus servicios le significaron varios ascensos.

Es precisamente su fama como represor lo que determina que en 1973, luego del triunfo electoral popular, opte por abandonar Tucumán, el escenario de sus “hazañas” y viva en el anonimato en Buenos Aires, en previsión, y por temor a posibles represalias.

Esta situación se mantuvo hasta mediados de 1974, cuando regresó a Tucumán y se reincorporó a la Policía. Desde entonces trabajó en la organización de un grupo terrorista de represión ilegal, con métodos similares a los utilizados por grupos paramilitares, que por las mismas fechas operaban en otras regiones del país. Este grupo terrorista desde su organización actuó en Tucumán bajo control y dirección del Comando de la V Brigada de Infantería.

Algunos de los crímenes cometidos son: el asesinato de familiares de Clarisa Lea Place, militante popular asesinada años antes en una prisión naval; voladura de domicilios de presos políticos; asesinato de opositores, tales como el Doctor Pisarello, abogado de presos políticos y “desaparecidos”, dirigente de la Unión Cívica Radical.

En 1975 Albornoz pasó a dirigir el SIC y el campo de concentración de la Jefatura Central de Policía,

Actualmente se desempeña como subjefe de la Policía de Tucumán. Está acusado de vinculación con la explotación de prostitución organizada y otras actividades delictivas sistemáticas que se realizan en la provincia.

Pero por sobre todas las cosas, Albornoz es “un hombre del Ejército”, esto es, una pieza en el complicado mecanismo de la represión ilegal del pueblo argentino, en quien se confía y por quien se responde.


Inspector General MARCOS FIDENCIO HIDALGO

Tucumano, de unos 60 años de edad. Su carrera policial hasta 1973 es similar a la de Albornoz. Pero a diferencia de él, en ese año quedó en la Brigada de Investigaciones. En 1974 ingresó al D-2 y se reunió con Albornoz para organizar el grupo terrorista represivo.

En 1975 fue designado director del penal de Villa Urquiza, donde había recluidos, entre otros, presos políticos. Como director de la cárcel, Hidalgo facilitó el interrogatorio y tortura de los prisioneros. 

Precedió en la subjefatura de Policía a Albornoz. Está considerado como uno de los jefes policiales vinculado al tráfico de drogas, que se introducen desde Bolivia, y también el tráfico de automotores robados, muchos de ellos propiedad de opositores políticos secuestrados.

Coparticipó en los mismos hechos terroristas que Albornoz, a quien antecedió como jefe del SIC y del campo de concentración.


Subcomisario RICARDO SÁNCHEZ

Tucumano, de unos 45 años de edad. Su carrera, en lo esencial, está ligada a la trayectoria de Albornoz e Hidalgo. En el SIC se especializó como torturador. En 1977, tras la disolución del servicio, ocupó diversos puestos jerárquicos en otras áreas de la repartición, pero siempre vinculado con el D-2.

Fue nombrado Jefe de la Brigada de Investigaciones en la Regional Sur.

Antes, entre 1974 y 1975, fue especialista en explosivos y participó en voladiras de domicilios de militantes políticos populares.


Comisario JOSE BULACIO

Nació hace 42 años en Bella Vista, localidad cercana a San Miguel de Tucumán. Su carrera es similar a la de sus colegas. En el SIC es uno de los jefes de los grupos secuestradores. Precisamente fue uno de los que participó en mi detención.

Luego de la disolución del SIC es designado como jefe de la Comisaría 1ra., en 1977, y como jefe de la Comisaría 6ta. en 1978.

En 1976, tras el asesinato por miembros del SIC, del militante popular fernando Saavedra Lamas, Bulacio es uno de los co-autores del crimen, se instaló en el domicilio de la víctima, ubicado en la continuación hacia el Aeropuerto de la calle Rondeau, al número 100.


Oficial Ayudante LUIS ARMANDO DE CANDIDO

Cordobés, de aproximadamente 40 a 42 años de edad. Ingresó como agente en la policía de Tucumán en la década de los 70. Fue asignado al SIC; allí ascendió rápidamente a oficial por su ferocidad represiva. De una personalidad fría y calculadora, es reputado como audaz.

Junto con otros miembros del SIC se lo vincula al secuestro del empresario tucumano del sur de la provincia, ocurrido en 1976, por el cual se cobró una elevada suma de dinero como rescate para la liberación de la víctima.


Cabo 1ro. HECTOR DOMINGO CALDERON

Tucumano, de unos 38 años de edad, aproximadamente. Cuando era agente se contactó con el grupo terrorista represivo de la Brigada de Investigaciones y pasó a integrarlo, desempeñándose como chofer y guardaespaldas del inspector general Tamagnini.

En 1973, como Albornoz, dejó Tucumán y se radicó en Buenos Aires. Al año siguiente se reincorporó a la policía tucumana como chofer y custodia del entonces jefe del D-2.

Calderón se destaca por la ferocidad en la represión política, lo que no sólo le valió algunos ascensos, sino cierta triste fama, a tal punto que el general Antonio D. Bussi, gobernador y comandante de la V Brigada, lo requirió para su custodia personal a principios de 1976.

En mayo de ese año, y también por orden del general Bussi, fue destinado al Comando Militar de la Zona de Operaciones, para que formara por indicación jerárquica, un grupo operativo con personal policial de la zona rural del sur tucumano, con características similares al SIC.

Los integrantes de este grupo son los que tendrán la responsabilidad en los secuestros, torturas y la vigilancia de prisioneros en el campo de concentración de Nueva Baviera. En 1977 se disolvió este grupo, y Calderón se reintegró al SIC, donde se desempeñó como torturador. A fines de 1978 fue expulsado de la policía. Paradójicamente, acusado de “apremios ilegales” a personas detenidas por la comisión de presuntos delitos comunes. Calderón fue castigado por las mismas actividades que habían procurado su rápida ascensión: las torturas.

Es posible que la sanción esté originada en la lucha interna desatada por el poder en el seno de la Policía Provincial, en contra de los antiguos integrantes del SIC, en la que se disputa coparticipación económica en el delito organizado.

Calderón era considerado como hombre de confianza de Albornoz, verdadero jefe del grupo terrorista y del SIC. Se desconoce si el ascenso de Albornoz a la subjefatura de policía le ha servido ahora para su reincorporación.

   


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